La presidenta de la asociación Mar de Lenguas, Beatriz Arboleya, cuenta la importancia de, una vez jubilado, seguir ligado a tu vocación y cómo en cinco años de historia de un colectivo formado por exprofesores y exlaumnos de la Escuela Oficial de Idiomas, se ha ido posicionando como un punto de encuentro para personas que realizan actividades de dinamización lingüística.
¿Cómo surge Mar de Lenguas?
Mar de Lenguas surge a raíz de que, después de 40 años en la enseñanza, pensaba que una buena forma para no desligarme de la EOI, pero sin impartir clases, era resurgir una asociación existente pero un poco aletargada.
En junio fue cuando registramos el nombre Mar de Lenguas y formamos un equipo compuesto por exprofesores, como yo; profesores, exalumnos y alumnos, con el objetivo de promover los idiomas cerca de la escuela. Tengo la sensación de no haberme ido nunca.
Usted estuvo casi 30 años en la Escuela de Idiomas de A Coruña.
Eso es. Soy de Casablanca. A los 17 años me fui a la Universidad Complutense de Madrid a estudiar Filología Francesa y a los 22 años empecé a trabajar como docente. En 1991 comencé a impartir clases en la Escuela de Idiomas y hasta la pandemia, que me jubilé. El colectivo me ha permitido seguir en activo y en contacto con mi vocación.
¿Cuántos socios tiene la asociación en este curso 2024-25?
El número de socios, como cualquier asociación, va oscilando. Ahora mismo hay 120. Hemos tenido más, pero es una buena cantidad. El idioma que predomina es el francés. Como he sido tantos años profesora, son muchos los alumnos de francés que deciden unirse a la asociación. Sin embargo, esto es Mar de Lenguas, tenemos representación de otros idiomas como gallego, italiano o inglés, entre muchos otros.
Lo que queremos es que los departamentos nos pidan que les ayudemos para realizar actividades que puedan facilitar la integración de cada alumno con la lengua que estudian, sobre todo en el caso de los estudiantes extranjeros.
Somos un anexo de la escuela y estamos aquí para promocionar la lengua a través de actividades en las que los alumnos –y también profesores– se puedan sentir parte de un grupo con los idiomas como principales protagonistas.
“Desde que ha llegado el nuevo equipo directivo de la EOI, se nos han abierto las puertas de la escuela. Tenemos un aula para teatro y podemos usar el salón de actos"
¿Qué actividades ofrecen a los socios de Mar de Lenguas?
Tenemos de todo. Desde senderismo con inmersión lingüística, hasta un coro u obras de teatro leídas. También tenemos talleres de pintura y clases de conversación con profesores nativos de hasta cinco lenguas distintas. También viajes.
En mayo nos vamos a la Provenza Francesa. Hemos estado también en países como Japón, Canadá, Macedonia, Albania o Grecia. Podemos irnos a donde nuestros socios quieran. Los socios nos pedían ir a Francia y por eso vamos a hacer la ruta de Albert Camus en la Provenza Francesa.
¿El colectivo sirve como apoyo también para muchos estudiantes extranjeros?
Nuestras actividades están, a veces, enfocadas al alumno extranjero. Estamos haciendo una obra de teatro leída, que ya se hizo hace años, en la que participaron estudiantes rusos, ucranianos o chinos, entre otros, y que fue un gran éxito.
Hemos hecho cursos de verano, que involucran a alumnos que están aprendiendo el español, pero la matrícula fue muy escasa. Nos cuesta mucho trabajo darnos a conocer sin la ayuda de la escuela de idiomas.
¿Qué importancia tiene la colaboración de la EOI?
Desde que ha llegado el nuevo equipo directivo de la Escuela Oficial de Idiomas se nos han abierto las puertas completamente. Nos dan cabida dentro de la escuela, que al final eso es lo más importante.
Tenemos un aula para llevar a cabo nuestro teatro leído y podemos hacer uso a menudo del salón de actos. La verdad es que tenemos buena cooperación y estamos muy contentos en este sentido.