Tras un par de ensayos, la consultora coruñesa Belén Varela da el salto a la novela con ‘El cielo de los imperfectos’ (Contraluz), una obra que gira en torno a la aceptación de la imperfección. Escribir era una “afición que venía de camino, y la dejé fluir”, aclara la propia autora.
A través de la protagonista, la abogada Olvido Queizán, la novela acompaña la “evolución de una persona, la búsqueda de la perfección o del llegar a todo, de ser la mejor en todo, hasta ir aceptando la vida”. La protagonista “tiene muchos signos externos de éxito”, apunta Varela, “ella quiere la distinción en todos los aspectos de su vida y, como tantas personas, acaba sufriendo por eso, acaba siendo una fuente de tortura el temer la imperfección”.
A raíz de este viaje por la imperfección, aborda asuntos como la desigualdad entre hombres y mujeres. “Desafortunadamente, las mujeres seguimos siendo el peso fundamental del hogar; no lo digo porque no nos guste serlo, sino porque no existe una igualdad en cuanto a la responsabilidad en el hogar”, apunta Varela, recordando que “esa falta de igualdad, o de corresponsabilidad, hace que nosotras asumamos, por educación, no tanto el cuidado de la familia, como la culpa cuando algo no sale bien, nos responsabilizamos mucho más, nos sentimos más culpables, somos más autoexigentes”. Y todo esto trasciende a Olvido, que asume y lucha, a lo largo del libro, con esa falta de corresponsabilidad. “Al final, acabamos sufriendo con la sensación de que no llegamos a todo, cuando en realidad somos suficientemente buenas”, comenta, referenciando a Donald Woods Winnicot.
El Derecho y la abogacía, al igual que en la vida de Varela, también tienen protagonismo en ‘El cielo de los imperfectos’. Gracias a la figura de Olvido, la autora caricaturiza dos mundos de la abogacía: los grandes despachos y sus “ilusiones fiscales”, que Varela aclara entre risas que no son algo que trascienda siempre a estas empresas; y el sacrificio del turno de oficio.
A este último respecto, Varela ahonda más. “Lo que se refleja en el libro es el turno de oficio más crudo, que no tiene horarios, que conoce todo tipo de asuntos, que está menospreciado por el propio cliente que recibe tu asistencia; a veces creen que entiendes menos o que los vas a tratar peor”, explica Varela. “Sueles estar en el turno por vocación, para que esas personas tengan acceso a la justicia; es una causa muy noble, menospreciada y muy mal retribuida, en comparación”, indica, pero aclara que la falta de “retribución emocional”, es “para mi, más grave”.
Al inicio de cada capítulo, Varela incluye alusiones a textos legales, como el Código Penal o la Constitución. Pero también incluye pasajes de una obra suya, la ‘Constitución de la vida próspera’. Se trata de “un libro menor” para “reflexionar sobre la autoexigencia” y que incluye el “derecho a llorar o vivir de los placeres minúsculos”.
Sobre el futuro, la autora asegura que ya tiene varias ideas rondando su cabeza para novelar, como una continuación de esta primera obra. “Escribir lo considero casi ocio, lo disfruto tanto que puedo pasar horas y horas dedicándole un rato a escribir. No tengo el tiempo que me gustaría para escribir todas las ideas que tengo”, confiesa entre risas.