Nada ha vuelto a ser igual en la hostelería y el ocio nocturno de A Coruña desde que el pasado 20 de febrero El Ideal Gallego informó de la orden de cierre de La Intrusa y del escrito en el que su dueño explotaba contra la normativa vigente y la regulación del sector. Fue la chispa que hizo saltar a buena parte de sus colegas de profesión y que provocó la constitución de una nueva asociación, una histórica mesa de negociación entre Ayuntamiento, vecinos, y empresarios, así como un horizonte de reforma de la normativa que podría afectar a aspectos fundamentales como los decibelios permitidos o la revisión de las zonas ZAS (Zonas Acústicamente Saturadas). El próximo 10 de mayo, y después de un cese de actividad forzoso de tres meses, La Intrusa volverá a abrir sus puertas. Y su dueño sabe que ese día tendrá una significación muy especial.
El regreso de La Intrusa será la recuperación de uno de los establecimientos más exitosos de Torreiro y provocará una especial de festival a pie de calle en el que habrá prácticamente de todo, tal y como anuncia su propietario, Aitor Neira: “Estamos en pleno proceso de preparación de la reinauguración, pero la idea es que no sea un día normal, sino que la programación invite a venir a hacer cosas. Hay varias negociaciones abiertas y, entre ellas, están un sorteo con varios regalos, una tienda de pop up de ropa y hasta una apertura con horario especial”. El hostelero quiere iniciar la actividad en forma de sesión vermú y ofreciendo pinchos a todos los asistentes.
Si nada se tuerce, La Intrusa y su gerencia serán capaces de sobrevivir a un proceso que no todos los establecimientos resisten: pagar los gastos habituales con cero ingresos de caja. “Se han hecho unos meses bastante duros. Tenemos que seguir pagando gastos, autónomos, alquiler o trimestres. Por eso, cuando fueron las reivindicaciones, una de las principales era que las medidas sancionadoras se vuelvan asumibles. Si pones multa y cese de actividad es una condena encubierta a la muerte del local”, lamenta Neira, quien por otra parte reconoce su culpabilidad a la hora de ser sancionado: “Nosotros está claro que lo hicimos mal, pero es lo que decía hace unos meses: reconocemos la ilegalidad, por eso no la recurrimos. Lo que decimos es que tenemos que hacerla para poder trabajar. No hay nadie que se dedique a lo que no sea restauración para que dé los decibelios legales. Ese es el sentido de nuestra protesta”, reivindica.
Llamados ‘intrusos’ para diferenciarse de la hostelería tradicional, los indignados por la tendencia de cierres de 2025, o de mucho antes según denuncian algunos, explotaron con tres momentos puntuales: las sanciones en cuestión de días a La Barbería (cese de actividad), Le Tavernier (multa por decibelios) y la propia La Intrusa. Ahí se provocó la explosión definitiva y el movimiento que dieron en el nacimiento de la Asociación para la Defensa e Igualdad de la Hostelería.