La evidente pasión de los coruñeses por la moda se hizo notar este viernes. El Black Friday es una tradición señalada en todos los calendarios, ya sea para aprovechar los descuentos y ampliar armario, como para adelantar regalos de Navidad a mejor precio. Las calles del centro fueron testigo de esto: colas para acceder a las tiendas y bolsas en mano de la mayoría de los viandantes. Como es habitual, la calle Compostela dejó las imágenes más destacas: decenas de personas esperaban impacientes la apertura de Zara. Una vez las puertas dieron paso a todas ellas, se vieron incluso carreras para hacerse con las prendas que ya tenían apuntadas en su lista de la compra con anterioridad.
En la otra punta de la urbe, Marineda City, a primera hora se produjeron retenciones, tanto en el acceso desde Pocomaco por As Rañas, como en la carretera de Baños de Arteixo. “Vine a buscar regalos para mi mamá, que está en Venezuela, y es justo el momento para poder enviar y que llegue a tiempo para Navidad. Da gusto ver tanta gente por la calle aunque a veces pueda ser agobiante, pero sí que he ahorrado respecto a lo que había mirado la semana pasada”, señaló Adolfo al pasar por la calle Compostela, ya con productos en sus manos que había adquirido en la calle Real minutos antes.
Carmen y María, por su parte, decidieron acudir a la plaza de Lugo al mediodía. Su idea inicial era llenar el carrito en la web y esperar a que sus compras llegasen en unos días: “Al final pasamos por aquí y preferimos probarnos en persona la ropa”, comentaron. El resultado: cuatro bolsas en las manos de cada una. Otros, como Juanjo, no tenían pensado gastar nada en este viernes negro. “Al final, me lie”, reconoció. “Estoy decorando mi casa y al pasar por Zara Home decidí entrar y acabé comprando. No tengo remedio”, dijo entre risas.
El pequeño comercio, por su parte, se vio arrastrado a esta nueva tradición importada de Estados Unidos. Eso sí, no todo. Tal y como adelantó a este diario el presidente de la Federación Unión Comercial Coruñesa (FUCC), José Luis Boado, el comercio local es reacio a su celebración. No porque se niegue a adaptarse a nuevas tendencias, sino porque, en realidad, es muy difícil poder competir con los ‘gigantes’.
Con esta idea coincide Alba Balsa, presidenta de Distrito Mallos. “Es una campaña con un seguimiento muy asimétrico en nuestra zona.
Hay comercios que no les encaja ni les gusta el tipo de consumo que se genera ni el hecho de que se alargue en el tiempo que el Black Friday empiece a sonar a primeros de mes. Hay comercios que, por inercia, ponen alguna promoción para intentar dinamizar un poco las tiendas”, sostiene. Eso sí, con el Black Friday comienza a activarse la campaña de Navidad, por lo que el sector espera que las compras sean cada vez mayores hasta el Día de Reyes. Y después, claro, llegan las rebajas.