Al colegio Calasanz se le ha ocurrido una buena forma de desmonopolizar el fútbol o el baloncesto como la principal práctica a realizar en los recreos del centro sin siquiera moverse del aula. Se trata de ‘Cala Rap’, el proyecto que fomenta la inclusión con improvisación, aunque con una base musical de fondo.
Es el fenómeno de las batallas de gallos, competiciones de hip hop conocidas mundialmente en las que raperos improvisan en el momento, sin letras escritas previamente. El objetivo, muy claro. Deben hilvanar significado, metáforas, comparaciones o respuestas, aunque eso sí, todo con palabras que rimen entre sí siguiendo un ritmo determinado.
Pues como si de raperos profesionales se tratase, los alumnos Adrián Seijas, Gabriel Barba y Maríia Ilinova, junto al profesor y orientador del centro Román Marín, decidieron simular este tipo de competiciones durante los recreos dentro de las aulas. “En el colegio había varios alumnos interesados en el rap. Hablé con ellos y, como a mí también me gustaba, empezamos a darle forma”, subraya Marín.
Y desde ahí, todo un éxito. “Fuimos por las diferentes clases y al poco, ya había apuntados 16 alumnos de 1º, 2º, 3º y 4º de ESO, e, incluso, de 1º de Bachillerato –curso en el que están matriculados dos de los precursores–”. De hecho, en los escasos dos meses en los que el proyecto lleva en marcha, el orientador ha tenido que limitar el aforo: “Hubo días en lo que se llegaron a juntar unos 50 o 60 alumnos. Son demasiados para una clase”.
Los alumnos Daniel, Miguel, Pedro, Héctor, Álex, Daniel, Mateo, Marco, Rubén, Guillermo, Hugo, Abel, Adrián Seijas, Gabriel Barba, Maríia Ilinova, Eva Rama, Asier, Álvaro, Raquel, Alberto Eduardo y Sofía López, junto a los profesores Alexandre Vázquez y Román Marín, son los nombres que componen la Calasanz Freestyle, una liga en la que los participantes compiten entre sí en la batalla de la rima.
Durante la exhibición, como si de Arkano y Dtoke en 2013 se tratase, los alumnos improvisan un total de cuatro líneas de argumentación bajo el sonido de una base musical, acoplándose a ella e intentando rimar en base a una temática propuesta o bien en formato estilo libre, aunque el orientador confiesa haber probado otras variantes como preguntas y respuestas u objetos. Tras varios minutos, la puntuación baremada de uno al cuatro en función de la rima, determina quién es el ganador de la batalla.
Ahora, solo falta la final, y dependiendo de cómo avance la actividad, podrá seguir siendo una realidad el año que viene. “Para mí es el proyecto más bonito que he hecho en el cole. Es una iniciativa en la que los alumnos están super implicados y por ello nos gustaría poder continuar con la liga para el próximo año”, concluye Román Marín.