“Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro”, que cantaba Spinetta en ‘Barro tal vez’. Una letra que bien podría explicar el periplo musical del coruñés César de Centi, quien lanzó el pasado 1 de febrero su nuevo disco, producido por el guitarrista de Joaquín Sabina, Borja Montenegro, y en el que una estrella de la canción como Ismael Serrano ha tenido a bien colaborar.
Un álbum, llamado ‘Mi guerra mundial del yo contra el yo’, que entiende como un “bálsamo” contra males como la ansiedad, y que supone su vuelta a la composición. El disco puede adquirirse en su página web y en el Jazz Café. Hoy toca en el Fechorías, y el 4 de abril lo presentará oficialmente en el Garufa Club acompañado de una banda.
¿Había ganas de volver a componer canciones?
Sí, tenía muchas ganas porque mi disco anterior, por culpa de la pandemia, no pudo expandirse todo lo que yo hubiera querido, y la idea era hacer un ‘disco puente’ que me ayudase a seguir trabajando. Porque los discos entre otras cosas sirven para eso, para tener una novedad y para poder seguir trabajando. Además, este es un poco más ambicioso que los anteriores.
¿Por qué?
Primero, porque quería hacer un crowdfunding de nuevo, ya que quería grabar con un productor que me gustaba. El proceso, en realidad, comenzó hace dos años, cuando empecé a estructurar todo y a pensar en cómo sacarlo adelante. Y porque le propuse a Ismael Serrano que colaborase.
¿Cómo fue la experiencia?
Muy buena. Estoy muy contento porque creo que conseguí la meta que tenía. Fue duro por momentos por eso que pasa de estar continuamente pensando y proponiendo cosas para ver si salen. Pero conseguí el crowdfunding, que para mí fue un hito el hacer otro diez años después del anterior y superar incluso el número de mecenas y seguidores.
¿Y cómo fue trabajar con Serrano y Montenegro?
Ismael Serrano es uno de mis referentes, lo escucho desde hace muchos años: aún hace nada subí a Instagram un reel con todos sus discos en la estantería de mi casa. Para mí, fue un sueño cumplido que alguien como Ismael, que hace tan buenas canciones, haya querido cantar una canción mía. Yo lo conocía de coincidir con él alguna vez en Madrid, y de ir como fan a escucharlo muchas veces. De algo le sonaba mi trabajo, y un día me armé de valor y se lo propuse. Y aceptó, teniendo además una implicación seria en el proceso. En el caso del productor, Borja Montenegro, que es el actual guitarrista de Joaquín Sabina, estoy muy contento porque la producción cambió radicalmente. El producto final es increíble, llama la atención: gente que habitualmente es sincera conmigo me dice que les está gustando mucho.
¿De qué temas escribe ahora?
El disco tiene una idea central, que es la ansiedad. La ansiedad me parece un problema muy real, que es un poco la gripe del siglo XXI: es algo que está tan normalizado que muchas veces lo pasamos de largo, pero es muy importante cómo la gestionamos. Para mí, es como un ‘disco-bálsamo’: para eso sirven las canciones, para tratar de sobrellevar las cargas. Yo admito que mantengo guerras mundiales, metafóricamente hablando, conmigo mismo, y me pregunto si estoy bien siguiendo la ruta que sigo.
¿Cuál es su protegida?
Las canciones del disco nuevo están muy bien, aunque lo diga yo y suene un poco feo (ríe). Y, además, de mi repertorio anterior hay temas que sigo cantando: la meta es un poco esa, que la canción sobreviva al tiempo. Pero del nuevo probablemente tenga dos favoritas. La primera es una que le dedico a mi abuelo, que murió hace unos años, se llama ‘Por si vuelves’. Y luego, indudablemente, la canción con Ismael Serrano, ‘El titiritero’, que es una chacarera, como él dijo en redes. Habla del miedo a no poder cantar, el miedo a que algún día tenga que dejarlo o no pueda hacerlo más.