La Ciudad Vieja es una zona en auge, y no solo para los que quieren instalarse en ella legítimamente: en los últimos meses, la Policía Local ha tenido que actuar ante varios intentos de okupación. El último, en la calle Tabernas número 20, también con fachada en el Paseo de la Dársena, 14. Solo el oportuno aviso de unos vecinos impidió que se consumara el allanamiento. Cuando la Policía Local llegó, solo la puerta abierta indicaba que alguien había entrado, así que tras comprobar que no había ningún intruso precintaron la puerta a modo de testigo, para estar vigilantes ante otra intentona.
Hay que decir que se ha solicitado licencia de rehabilitación a la Concejalía de Urbanismo, y que, por la parte del Paseo de la Dársena, el inmueble ya está cubierto con un andamio, quizá por seguridad. Es una de las zonas más caras de la ciudad, y la casa se sitúa entre la del multimillonario Amancio Ortega y la del exalcalde Francisco Vázquez, y es el único inmueble de esta vía que no está rehabilitado.
En cuanto a la okupación, estos casos se han repetido en varias ocasiones en la Ciudad Vieja. En agosto hubo dos intentos en dos días, siempre en inmuebles abandonados. Ambos tuvieron lugar durante el fin de semana y en los dos casos la Policía Local actuó antes de que el intruso llegara a apropiarse del inmueble.
Es más, cuando llegaron, se había esfumado. Uno de los inmuebles está situado en el número 25 de Puerta de Aires, muy cerca de la Colegiata. La propiedad reaccionó instalando una puerta de seguridad, de manera que se pudo retirar la cinta al día siguiente.
El otro incidente había tenido lugar en un lugar muy próximo, de manera que se especula que podría tratarse del mismo individuo: el inmueble es el número 4 de la calle Sinagoga. Este edificio es conocido porque alberga lo que los arqueólogos consideran que puede tratarse de una mikvé, un baño ritual judío.
Los incidentes relacionados con okupas forman parte de la rutina policial. Aunque de ellos se encarga sobre todo la Policía Nacional, también el 092 interviene a menudo. Es importante hacerlo rápidamente, para que los okupas no puedan instalarse.
Si consiguen permanecer allí durante unos días, y los agentes encuentran señales de okupación prolongada (comida en la nevera, por ejemplo), el dueño tiene que acudir al juzgado para pedir una orden de desahucio, porque se considera que están viviendo allí, aunque sea ilegalmente. De ahí la necesidad de dejar allí la cinta como testigo.