Hay muchas cosas que a los vecinos de Novo Mesoiro les quitan el sueño. Desde la conectividad con el centro y los hospitales a través del transporte público a la creación de un instituto o, yendo al sentido más estricto de la expresión, algunas detonaciones puntuales en el polígono de Vío. Sin embargo, en un giro inverosímil de los acontencimientos, pocos pensaban que serían sus propios coches los que acabasen por desvelar a los residentes. Lo cierto es que, desde hace semanas, un Rover granate que acostumbra a aparcar en la calle Fragas do Eume se ha convertido en el peor enemigo del descanso nocturno.
El motivo es que el sistema antirrobo parece especialmente sensible y acostumbra a activarse de manera espontánea. Lo hace varias veces durante la noche, lo que genera un ruido para muchos insoportable y que ha llevado a reuniones comunitarias para tomar medidas. El caso es que, a pesar de que es un barrio en el que se conoce prácticamente todo el mundo, el propietario no está identificado. Por eso mismo tanto los más afectados de manera directa como la asociación de vecinos quieren hacer un llamamiento público. Por si el propietario se da por enterado. "Hay que llamar a la Policía Local, no se puede estar así cada noche", denuncia uno de los afectados.
Lo cierto es que han sido varias las llamadas realizadas al 092 durante la madrugada, pero de momento no ha habido una solución. Otro de los afectados ha propuesto acudir a la DGT. "Se puede pedir el informe de matrícula vía online, previo pago de 9 euros, y así conseguir el nombre y la dirección el titular. Visto que llamar a la Policía no funciona...", sugiere un vecino. "Es que ya es demasiado. Suena varias veces en la noche y tendrá que arreglarlo. No es un día suelto, son varias veces todos los días", replica otro.
Las quejas se acumulan entre la medianoche y la primera hora de la mañana. Y ese es otro de los datos que permiten estrechar ligeramente el cerco sobre la propiedad del vehículo que quita el sueño a los vecinos: al filo de las 07.00 horas, cuando los más madrugadores se disponen a dejarle una nota en el parabisas, el coche ya no está. Eso sí, la paciencia tiene un límite y uno de los que se despiertan con más facilidad advierte que la situación puede acabar de forma poco deseable: "El propietario va a tener que tomar medidas de una vez con la alarma, o un día aparece con la batería en el monte". Y es que, en pleno debate sobre los decibelios que puede soportar un vecino para dormir, no solamente la juerga es capaz de traer de vuelta a alguien desde el séptimo sueño.