Hacer más fácil la vida de los más pequeños puede hacer sumamente complicada la de una comunidad. Ese es el mensaje que desea transmitir la asociación vecinal de A Zapateira, donde han llegado numerosas quejas de residentes por el denso tráfico que provoca la entrada de los colegios a primera hora de la mañana. Ni hay más centros educativos ni la carretera ha sufrido reforma alguna. Simplemente, según detectan los afectados, cada vez más padres sacan el coche del garaje y realizan un trayecto de unos pocos metros para dejar a sus hijos en la puerta del colegio.
No es una problemática propia de A Zapateira, pero las características del acceso y la salida hacen especialmente traumática la ida y venida al trabajo para aquellos cuyos horarios coinciden con los colegios. El presidente de la asociación vecinal, Juan Sánchez-Albornoz, hace un llamamiento a la prudencia y coherencia a la hora de planificar los traslados de los más pequeños. “El inicio del curso siempre es así, porque se juntan la universidad y los colegios, pero en este caso creemos en la precaución y el civismo de los padres”, dice. “Aparcan en cualquier sitio y los atascos son descomunales”, añade.
El dirigente vecinal reconoce que, lejos de ser una realidad, el gesto de dejar el coche en casa todavía la cuesta a muchos ciudadanos. “La gente, hoy en día, va en coche a todos lado y nuestro barrio no es capaz de asumir semejante carga”, subraya. “Además, no hay una flexibilidad horaria en España y prácticamente todo el mundo tenemos los mismos horarios”, prosigue.
A pesar de que la Ciudad Escolar se encuentra en la zona de Labañou la denominación es muy apropiada para A Zapateira, donde se encuentran Peñarredonda, Montespiño, Rías Altas, British School o Andaina. Además, también tiene conexión con la Universidad de A Coruña, lo que también influye en lo dramático del tráfico.
No es el cóctel idóneo para la seguridad la mezcla entre las prisas de quienes van a trabajar, lo impredecible de los movimientos de cientos de niños y las prisas de quienes llegan tarde al trabajo o vuelven con prisa. Por eso, a mayores del caos que supone la entrada en A Zapateira, Sánchez-Albornoz recuerda el riesgo al que se enfrentan todos los días sus convecinos: “Ha habido sustos, aunque de momento no hemos tenido que lamentar ningún accidente”.