Comer hasta chuparse los dedos en A Coruña: así es el nuevo restaurante indio que marca la diferencia

Comer hasta chuparse los dedos en A Coruña: así es el nuevo restaurante indio que marca la diferencia
Divya prepara con pausa y cariño todos y cada uno de los platos | carlota blanco

La diferencia entre un restaurante internacional y una experiencia gastronómica que acerque su país de origen tiene mucho que ver con el abismo existente entre la producción en cadena y la casera de la abuela, o de la dadi en este caso. Para superar con éxito los 9.000 kilómetros que separan A Coruña del estado indio de Tamil Nadu es condición sine qua non que el perfil de la cocina responda al segundo tipo. Y eso es precisamente lo que ofrece Divya’s Kitchen: una experiencia cocinada a fuego lento, con un proceso de armado en el que la única responsable es su chef, Divya Velavan. Y está para chuparse los dedos, porque desde antes de empezar la casa sugiere utilizar las manos como potenciador del sabor y la experiencia.


Tal y como adelantó El Ideal Gallego, lo que comenzó como una experiencia gourmet para unos pocos en un piso de la calle Betanzos ha crecido tanto en demanda de clientela como en expectativas de negocio por parte del matrimonio que lo regenta. Ahora instalados en Durán Loriga han conseguido todo un ejercicio de contorsionismo empresarial: mantener la sensación de que Divya cocina en exclusiva para uno mismo, con una capacidad de servicio que supera la decena de comensales. También se mantiene la posibilidad de elegir entre dos opciones vegetarianas y otras tantas que incluyan pollo para los menús degustación, que varían ligeramente entre el lunes y el sábado, los días de apertura. El precio oscila entre los 35 y los 50 euros por comensal. Nada se congela y nada se almacena: todo pasa directamente del mercado al plato y, por ello, es necesario avisar de la reserva con tres horas de antelación.

 

Calma

Lo primero que pide el viaje a Tamil Nadu es paciencia. Desde que Divya se pone con las preparaciones hasta que el cliente ha disfrutado de todo el menú pueden pasar, tranquilamente, más de hora y media para seis platos y algo menos para cinco. Es la antítesis del fast food, y también del ritmo habitual del país más poblado del mundo. El comensal debe elegir entre tres opciones las llamadas bebidas saludables: Moru (con base de yogur, cilantro o jengibre, entre otras especias) , Mango Lassi (a base de yogur y mango) o Limonada (comino, pimienta y especias). Cada una requiere una preparación ya de por sí larga. Y es que, como quiera que todo tiene un punto de picante, desde la gerencia subrayan: “El agua para el picante es peor”.

 

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Limonada, Moru y Mango Lassi | Carlota Blanco


Velavan, anfitrión, marida de Divya, empresario y relaciones públicas comienza el viaje sensorial a través de su región de origen. Cada plato lo explica haciendo justicia a su compañera y al trabajo detrás de la preparación

 

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Pollo al curry | Carlota Blanco


Primera advertencia: Para empezar, el Kara Vadai es una especie de albóndiga a base de lentejas en forma de garbanzo. La comparación con el felafel lleva a Vevalavan a tirar de historia: “En todo caso, ellos nos copiaron a nosotros”. Miles de años de antigüedad le dan la razón. Prosigue la apertura con Vengaya Pakoda, como un snack o buñueño a base de cebolla, así como el pollo con curry que a simple vista podría confundirse con un plato rebozado. Sin embargo, hasta 18 ingredientes componen un plato por otro lado con mucha personalidad.

 

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Kara Vadai | Carlota Blanco


El nombre más gallego de cuantos pasan por la degustación es Puri, o Poori, depende de la traducción. Un pan plano frito, elaborado de una massa de atta, con agua y sal y extendido en un disco del diámetro de una mano. Típico de las celebraciones religiosas, se utilizan las manos para empaparlo en una especie de guiso de patata hervida y guisantes que está, literalmente, para chuparse los dedos. También estos disfrutan con el siguiente plato: la Dosa vegetal. La crepe india rellena de vegetales y lista para empapar en una salsa con la zanahoria con elemento principal. El resumen es para que se entienda, pero a todas luces injusto con una laborioso proceso de elaboración.

 

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Puri | Carlota Blanco

 

Más común es el remate con el pollo campero acompañado de arroz Biryani, en un momento en el que el estómago empieza a pedir papas, que no patatas. Incluso algo tan simple como ese arroz oriental implica otra glosa. “Es una comida que llena, pero que a las tres horas ha eliminado esa sensación de hartazgo, no como la carne o el marisco de aquí. Y eso que a mí me encanta el marisco”, advierte el gerente. 

 

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Semya Payasam | Joaquín Abad


Dos horas y veinte minutos después se dispone a presentar el postre estrella de la India: Semya Payasam. Fideos cocidos en leche con anacardos y pasas que dejan un regusto sobre todo diferente.


Quizás, Divya’s Kitchen es lo que le faltaba a la vasta oferta internacional de la ciudad: la cocina tranquila y con calma hecha desde el salón de cualquier casa del sur de la India. Para quienes no pueden permitirse viajar hasta cerca de Sri Lanka es, quizás, una forma de que entre por la nariz y el gusto. Y tanto gusto. 
 

Comer hasta chuparse los dedos en A Coruña: así es el nuevo restaurante indio que marca la diferencia

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