Comer con palillos ya no suena a chino para los coruñeses

Ya no pinchan ni cortan: según los responsables de los restaurantes apenas piden ya cubiertos
Comer con palillos ya no suena a chino para los coruñeses
Los clientes de Donaya Market muestran su destreza a incluso a la hora de comer entrantes en forma de dim sum | Patricia g. Fraga

Los coruñeses ya no sólo son capaces de comer como Goku o Shin Chan en lo que a la oferta gastronómica se refiere, sino que con la experiencia han asimilado la técnica de tal manera que aquella forma de devorar los bowls de arroz y noodles resulta pan comido y para nada una cosa de ciencia ficción. Atrás han quedado las caras de circunstancias y los intentos fallidos de pescar cualquier tipo de sustancia sólida del plato: incluso los hosteleros les dan un sobresaliente en asimilación de la cultura culinaria y el dominio de los palillos es propio de un oriundo del cada vez menos lejano Oriente.  


Un ejemplo más de la destreza en el manejo de los dos palos de madera se dio en el cierre del menú degustación de la Escuela de Hostelería Álvaro Cunqueiro. Entonces, los alumnos del curso BeCook convirtieron las aulas en una taberna del sudeste asiático y casi ninguno de los diez comensales diarios tuvo que recurrir al comodín del cubierto. Según el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, Héctor Cañete, se trata de una pequeña parte del todo. “Comer con palillos forma parte de la experiencia y la gracia de hacerlo en un asiático”, subraya. “Mucha gente recurre a tutoriales y lo normal es aprender a manejarlos”, añade el hostelero que, sin embargo, encuentra una curiosa tendencia a la inversa en el país de origen. “No creo que haya una opción mejor o peor, porque los chinos utilizan cada vez más el tenedor”, confiesa.


Pionera 

Hija de la fundadora del pionero restaurante Town, que abrió sus puertas hace 40 años, Fang Fang Jin ha visto cómo la cocina china primero y la asiática después se asentaban en la ciudad hasta crecer más que ningún otro tipo de restauración. Su propio grupo hostelero acaba de abrir Donaya Market en la calle San Andrés: una fusión entre restaurante y supermercado para aquellos ya habituados a hacer las preparaciones en su propia casa. En estas casi tres semanas de vida del local apenas ha tenido mesas libres y, sobre todo, apenas ha tenido algún comensal que levantase la bandera blanca y solicitase cubiertos. “En las mesas ponemos una serie de instrucciones y nuestros trabajadores, que son asiáticos, dan apoyo a aquellos que lo intentan por primera vez”, explica. “En la mesa solamente ponemos palillos y, los que menos facilidad tienen, después de pelear unos minutos lo consiguen”, agrega.  


Fang Fang Jin puntualiza que la necesidad de ayuda no es la norma y que los coruñeses van sobrados: “Hay gente que maneja los palillos a nivel asiático, un nivel profesional”. Incluso el ramen, que requiere de un tercer apoyo en forma de cuchara y vive una especie de burbuja en la ciudad, es otra prueba superada. “Normalmente, con la ayuda de la cuchara, se toman hasta el último sorbo del caldo de ramen”, dice la responsable del grupo Town. 


La hostelera, que arribó a la ciudad en 1990, es el perfecto ejemplo de convivencia de las dos culturas a la hora de sentarse a la mesa, aunque sobre las bonanzas del palillo respecto al cubierto indica: “Para mi gusto, los palillos son más elegantes, porque sabe mejor comer a pequeños bocados y son propios para eso”.Mientras, en Donaya Market incluso el más benjamín de los comensales, que no supera los seis años y se lo pasa pipa junto a su padre, se mete entre pecho y espalda un contundente plato de ramen sin necesidad de ayuda y con un manejo académico de los dos palillos y la cuchara de madera. Y no precisamente la del Torneo Seis Naciones de Rugby.  

Comer con palillos ya no suena a chino para los coruñeses

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