El Paseo Marítimo, una de las infraestructuras más emblemáticas de la ciudad, está a punto de pasar por la reforma más profunda en sus más de 25 años de historia: desde el dique de abrigo al cementerio de San Amaro, se convertirá en un bulevar arrebatando espacio a los coches, lo que supondrá la eliminación de docenas de espacios de aparcamiento. Ayer comenzó el corte de tráfico. Si un socialista, Francisco Vázquez, legó a la ciudad el que fue el Paseo Marítimo más grande de Europa, será otra socialista, Inés Rey, la que lo adecuará a las directrices europeas de espacios verdes y carriles bici. Y lo hará con fondos europeos Feder: 3,1 millones de euros.
No es que sea el primer cambio en el Paseo Marítimo que ha tenido lugar en este mandato: en 2020, aprovechando el confinamiento, la Concejalía de Infraestructuras y Movilidad transformó los raíles del tranvía (ya fuera de servicio e imposibles de reparar por falta de mantenimiento), y convirtieron el tramo del Paseo Marítimo de Riazor y Orzán en un carril “runner” o sea, para corredores, con un pavimento especial.
Pero la que comienza hoy es una reforma integral. Este tramo del Paseo, que es mucho menos utilizado que el que discurre frente a las playas, también soporta mucho menos tráfico. Y eso es lo que permite limitar la circulación a un solo carril por sentido. “Damos un novo sentido ao Paseo que vaia acorde ao modelo de cidade polo que apostamos desde o comezo deste mandato”, declaró la alcaldesa, Inés Rey.
Son 1,5 kilómetros que incluyen el soterrado de las vías, se ampliará el carril bici, convirtiéndolo en bidireccional. Está previsto ajardinar 7.000 metros cuadrados, y plantar abedules y estoraques, un nuevo espacio de juegos infantiles, y una de práctica de ejercicio físico, situado frente a la ensenada de Os Pelamios, así como dos aparcamientos de bicicletas. En resumidas cuentas, un parque a orillas del mar que estará listo en diez meses.
Cuando concluya, será difícil reconocer la obra que el entonces Ministro de Obras Públicas, José Borrell inauguró en 1996. El nuevo tramo comprendía desde el Hospital Militar hasta la zona del Matadero y con una longitud de 4.050 metros y venía a sumarse a los casi nueve kilómetros construidos en etapas anteriores.
Borrell aseguró en ese momento que los coruñeses contaban con el paseo más bello y extenso de Europa, en el que se habían invertido durante 28 meses más de 4.500 millones de pesetas, cifra que ascendía a los 7.500 millones con las expropiaciones.
El primer tramo se había inaugurado cuatro años antes, en 1992. En todo ese tiempo los temporales habían provocado daños, que vinieron a alterar la fisonomía del paseo a la altura de la playa de Riazor. Después de que las olas derribaran la balaustrada en numerosas ocasiones, se decidió dejarla tal y como estaba y construir una escalinata. Pero ningún Gobierno cambió el concepto del Paseo. Hasta ahora.