El pasado mes de diciembre se empezaron a avistar conejos en la zona de la Torre de Hércules. Usuarios de la ciudad deportiva aseguraban que no era normal que estos animales estuviesen en la zona. Un mes después, los conejos poco menos que se han adueñado del lugar.
Los habituales de la Torre de Hércules y su aparcamiento pueden ver cada día como los conejos saltan sin miedo entre los coches.
El entorno del faro romano, que está pendiente todavía de la aprobación definitiva del plan para que sea un Espacio Natural de Interés Local (ENIL), tiene un enorme abanico de especies tanto de fauna como de flora. Según explica Santiago Vázquez, vicepresidente del Grupo Naturalistas Hábitat, el mapa de bioversidad que se realizó en 2016 para la elaboración del plan informa de la existencia de 632 especies entre animales y plantas en la zona. De entre los animales, un gran número de ellos, cien, son aves. Y hay ocho especies de mamíferos pequeños, como topos, gatos, ratas comunes o murciélagos. Pero nada sobre los conejos.
Sí se sabe de la existencia de estos mamíferos en el monte de San Pedro, pero Vázquez asegura que es imposible que un animal de estas características se haya desplazado a lo largo de toda la marina y haya podido acabar allí. “Si fuera un jabalí, que los hemos visto por toda la ciudad, o un zorro, vale, pero un conejo no podría”, dice.
He ahí el misterio: no se sabe cómo han podido acabar ahí. Toda afirmación es en este caso solo una hipótesis, pero no cabe descartar la intervención humana. Ya sean las mascotas perdidas de algún vecino o quizá los animales de algún cazador que podrían haber escapado y después llegado a la zona, lo cierto es que no hay ninguna teoría confirmada más allá de que, como antaño, los conejos vuelven a brincar en la Torre.