Después de 29 años y medio, la peluquería de Juan Carlos Corredoira, en la avenida de Peruleiro, bajará para siempre la persiana el día 30. Esto se debe a que el veterano barbero se retira, así que “tocará disfrutar de las cosas que hasta ahora no tuve tiempo de hacer”, asegura.
Corredoira se estrenó con las tijeras en 1978 con un hermano que tenía una peluquería en la calle Médico Rodríguez. De hecho, cuenta que él “iba para informático, pero de aquella, en los años 70, ese mundillo estaba en pañales”, comenta. Estudió en el Centro Español de Nuevas Profesiones unos cursos de programación básicos. De casualidad, cuenta que su hermano un día le dijo que le faltaba un empleado para lavar cabezas, “e quedeime”, recuerda sonriente.
También relata que cuando llegó a la zona, “solo había una peluquería”, aunque destaca que cuando empezaron a crearse las unisex, aumentó considerablemente el número de peluquerías en el barrio. “Hasta siete cuento hoy en día en un radio de 500 metros”, detalla.
“Tengo un porcentaje alto de clientes que son del barrio, pero también vienen de otras zonas de la ciudad e incluso de fuera. Para mí todos son igual de importantes”, se refirió Juan Carlos al querer destacar que al final, “como en todo”, un cliente fiel no deja de acudir. “Siempre digo que aprendí mucho de los clientes, me enriquecieron más que el dinero”, sostiene convencido.
Corredoira comenta que cuatro de los seis hermanos que eran en total siguieron los pasos de su padre en algún momento de sus vidas, aunque en diferentes partes del país, “con mucho éxito todos”, asegura.
Haciendo balance y cálculos, Corredoira concluye que en estos 30 años habrá hecho “unos 90.000 cortes más o menos”. Sin embargo, su éxito lo achaca a que en toda su carrera siempre ha sabido “reciclarse y estar en formación continua”, y ese “es el mejor consejo que le puedo dejar a los más jóvenes”.
Después de más de 45 años en la profesión y de casi 30 con su propia peluquería, Corredoira ha decidido que es el momento de ‘colgar’ las tijeras, como con las botas lo hicieron los diferentes jugadores de su querido Deportivo a lo largo de las últimas décadas en el estadio de Riazor, muy cerquita de su peluquería, la de toda la vida en Peruleiro.