A Coruña de 1808 como nunca se había visto

El viajero inglés William Gell dejó en un cuaderno sus impresiones de la ciudad y unos cuantos dibujos
A Coruña de 1808 como nunca se había visto
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Muchos son los viajeros que han visitado A Coruña y que han dado cuenta de ello con su pluma, con sus lápices y pinturas o bien con todos ellos. Pero fuera del radar de los estudiosos había quedado, hasta ahora, el explorador, arqueólogo e ilustrador británico Sir William Gell, quien pisó estas tierras en septiembre de 1808 como arranque de un viaje por España que finalizó en 1810.

 

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Vista de la Torre y su entorno | CUADERNO DE WILLIAM GELL


El año de la llegada de Gell es especial para la ciudad, el del “fin del sueño ilustrado”, en palabras del historiador que nos orienta en este viaje al pasado, Alfredo Vigo Trasancos, autor del  libro ‘A Coruña y el siglo de las luces’, referencia en el estudio del periodo 1700-1808. Es el año en que concluye el reinado de Carlos IV, muy próspero para la urbe, que “dejaba atrás su imagen de ciudad tradicional de tipo marinero y aire todavía medieval, para sumergiese de lleno en los nuevos tiempos modernos abrían las puertas a la época contemporánea”. Comienza el siglo XIX “con una imagen enteramente renovada, convertida a los efectos en una ciudad de comercio todavía activa, con un público burgués numeroso y emprendedor, un equipamiento arquitectónico notable y aún un puerto no desdeñable en sus instalaciones que eran, no obstante, obviamente mejorables”, reseña este estudioso.

 

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Fachada de la iglesia de Santiago, a la entrada de la Ciudad Vieja | CUADERNO DE WILLIAM GELL


Esa es la ciudad que visita Sir William Gell, y de la que dejó testimonio en un cuaderno manuscrito —que se conserva en el Colegio Británico de Roma— en el que escribe sus impresiones sobre la urbe y dibuja algunos de sus monumentos más destacados y unas vistas significativas, además de posar su mirada en la gente del pueblo.

 

Sorprende una perspectiva tomada desde un punto de vista inusual

 

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Una monumental fuente de A Coruña | CUADERNO DE WILLIAM GELL


El primer dibujo coruñés de Gell es una panorámica de la ciudad que sorprende por el lugar desde el que se realizó. Históricamente, los artistas (sean dibujantes, pintores o fotógrafos) se han decantado por zonas altas de la ciudad como A Falperra, Santa Margarita o Eirís para realizar vistas de este tipo. Sin embargo, el británico sorprende colocándose “en un promontorio de Monte Alto, de la península de la Torre, y de espaldas al faro”, reseña Vigo Trasancos.

 

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Carro y paisano | CUADERNO DE WILLIAM GELL


En primer término costero vemos las playas de Orzán y Riazor, detrás de las cuales se erigen las modestas casas de la Pescadería. Al fondo a la izquierda, “los molinos de viento que estaban fuera de la ciudadela”, un casco antiguo en el que se sobresale la torre de la iglesia de Santo Domingo. Avanzando hacia la derecha, una vista del puerto (“es muy seguro”, escribe el sir en su diario) y de las costas del Ayuntamiento Oza (se aprecia el castillo de San Diego) y Oleiros. Por la derecha, la panorámica se cierra con Santa Lucía. No entra demasiado al detalle Gell, pero más que en su precisión el interés de esta pieza está en el “infrecuente punto de vista por el que opta”, recalca Vigo Trasancos. De este paisaje dice nuestro viajero que “aunque rocoso, parece producir higos, uvas, melones y pimientos”.

 

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Carro | CUADERNO DE WILLIAM GELL


Los siguientes dos dibujos del cuaderno son también espectaculares. En uno de ellos vemos una fuente que Well sitúa al norte de la ciudad, en el camino del faro, y de la que nos dice que está “ornamentada como aquellas de Galicia” y que su base “parece romana”. El historiador José Manuel Fernández Caamaño sostiene que se trata de la desaparecida Fuente de la Sierpe. Alfredo Vigo Trasancos cree, “con casi toda seguridad”,  que se trata de la llamada “Fuente Nueva”: “Aparece en dos planos del XVIII. Se hizo en los años 20 de ese siglo, coincidiendo con un momento en que hubo problemas de abastecimiento de agua, y cuando se empieza a pensar en la construcción del acueducto, que es de 1826. Era de planta rectangular, cerrada por muros. Sus desagües  conducían a dos regatos que desembocaban en una esquina del Orzán. Estaba situada aproximadamente donde hoy se encuentra el hotel Hilton, en la calle Zalaeta”.

 

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Vista panorámica de la ciudad desde Monte Alto | CUADERNO DE WILLIAM GELL

 

La pluma del británico se detuvo en una monumental fuente y en la iglesia de Santiago


Enfrentando al dibujo de esta monumental estructura está el de la fachada de la iglesia de Santiago, de la que Well dice que “el santo es representado expulsando a los moros”. Asegura que el templo tiene “varios altares y un gran órgano, pero no es bonita”. Bonito es el dibujo que hace de su fachada: “Hay grabados del XIX que la representan de un modo parecido a Gell, pero no hay tantos y dar con uno nuevo tiene un valor muy considerable. La iglesia que vemos es posterior a la del incendio de 1779, cuando quedó destruida. Sufrió entonces una reconstrucción pobretona, de la que da fe esa ventana cutre que hay sobre la puerta de entrada”, se extiende Vigo Trasancos.

 

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Una casa de campo situada enfrente de la ciudad | CUADERNO DE WILLIAM GELL


En la página siguiente, Gell nos muestra la Torre de Hércules y su entorno en todo su esplendor natural. “Coincide con lo que sabíamos ya gracias a dibujos de 1809 y 1820”, apunta este historiador, quien añade que en el dibujo se distingue perfectamente el parrarayos del faro. El monumento romano había sido restaurado por el ingeniero militar Giannini veinte años antes, en 1788.


El sir reparó también en la gente. Su mirada etnográfica se fija en un “gallego” —así lo describe debajo del dibujo— que va muy bien vestido. También representa un par de carros tirados por animales y un agricultor en plena faena laboral.

 

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Carral | CUADERNO DE WILLIAM GELL


William Gell sigue viaje en dirección a Santiago y no abandona el lápiz: dibuja una villa de campo frente a la ciudad, una vista de Carral y una venta de Ordes. 

 

 

 

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