Una familia, compuesta por un padre, una madre y un hijo o una hija, leyendo. Estas son las tres figuras que componen el monumento al libro de A Coruña, el primero que se creó en el mundo de este tipo. Corría el año 1976 y, según aseguraron los de la Unesco cuando les fueron a preguntar, era la primera escultura de este tipo que existía. Las tres figuras son de bronce y forman una misma pieza que se apoya sobre un pedestal de granito.
Se encuentra un poco escondida en los jardines de Méndez Núñez, frente al edificio de La Terraza, un poco opacada por su vecino más famoso, John Lennon, que tiene un lugar más privilegiado y en donde se le ve bastante más. Su creador fue el escultor Manuel García, al que todos conocían como ‘Buciños’. Su firma está grabada en el libro que sujeta la figura masculina. El artista realizó el trabajo a raíz de un encargo que le hicieron los libreros coruñeses, representados en aquel momento por Fernando Arenas.
El sector del libro estaba en aquel entonces celebrando su quinto congreso nacional precisamente en A Coruña y decidieron que era un momento perfecto para inaugurar el monumento que, además, se ubicaba en la zona en donde se colocaban habitualmente las casetas de la Feria del Libro.
“Mucha gente dice que el primero fue el de Fráncfort o el de Madrid, pero no, este fue el primer monumento a los editores, a los libreros y al libro que se construyó en el mundo”, recuerda a día de hoy su hijo, el también librero Manuel Arenas.
“Hay otro en Estocolmo y otro en Nueva York, pero solo al libro –matiza–; este es el primero dedicado a todos los sectores”. Recuerda Arenas hijo que el autor de la escultura es Buciños que, por lo que parece, se especializó en hacer este tipo de obras.
“El segundo monumento al libro que se inauguró en el mundo está en Madrid, en el Paseo de la Castellana, frente a la Biblioteca Nacional, que es también del mismo escultor”, explica.
La escultura, al igual que otros muchos lugares emblemáticos de los jardines de Méndez Núñez, ha sufrido diferentes ataques vandálicos de gente que, seguramente, no ha tenido en sus manos muchos de los objetos a los que se dedica el monumento. En 2011, cayó parte de la pieza sobre dos niñas que estaban jugando en esa zona de los jardines, seguramente porque habían intentado robar la parte de bronce, ya que los anclajes que la sujetaban a la piedra aparecieron rotos.
Después de ser restaurada, volvería a su lugar, en 2013. “En su día, el alcalde Carlos Negreira restauró la pieza –recuerda Arenas–, porque se la habían intentado llevar y la cortaron con una radial”. Entonces, el monumento, al que le faltaban algunas letras, algo imperdonable en un monumento al libro, fue arreglado y “ahora está en bastante buen estado”.
Para Manuel Arenas, esta estatua, en un rincón un poco olvidado de los jardines, es un lugar especial, al que no se le presta la atención que merece. “Es un lugar donde he llevado a Salvador de Madariaga, a Camilo José Cela, a Torrente Ballester, a Dolores Redondo... Arturo Pérez Reverte me dijo que era muy parecido al de Madrid. Y yo le expliqué que sí pero que este era el primero”.