El mercado de la vivienda de lujo todavía está virgen en A Coruña. Pero, a raíz de la pandemia, personas de diferentes partes del mundo han puesto su mira en la ciudad y su área metropolitana para tener una casa en la que jubilarse o establecer su segunda residencia. Parcelas de enormes dimensiones, inversiones de millones de euros, intimidad y acabados perfectos. Estos son los requisitos de los grandes tenedores y personas adineradas para establecerse en este territorio. No regatean, ni preguntan presupuesto, solo buscan la excelencia y tener todo a punto para cuando lo necesiten.
Sebastián Óscar Hernández y Javier Cid fundaron el estudio de arquitectura Amayadori, ubicado en Oleiros. Estuvieron trabajando en un estudio afincado en Dublín pero con sede en Ibiza, donde se vincularon con proyectos de lujo. Tiempo después, relatan, decidieron independizarse y venir a Galicia para importar ese lujo que habían conocido en la isla balear. Sebastián vino en 2021, y Javier, en 2022. “Empezamos enseñando casas que habíamos hecho y vimos el interés en este tipo de vivienda. Siempre es el mismo tipo de cliente; nos avisa mucha más gente de fuera, como Australia, que viene con la intención de quedarse a vivir en Galicia. Muchos clientes lo que quieren es traer a Galicia el lujo de verdad que han conocido en otras partes del mundo”, dicen.
A Coruña, señalan, está “cogiendo cada vez más relevancia”. Y el motivo podría ser “el efecto Inditex, que influye, o que la ciudad está cogiendo mucho auge. No sabemos la razón exacta, pero está habiendo demanda y la ciudad se está internacionalizando”. Pero este mercado, todavía inexplorado en la ciudad y su área, tiene que afrontar muchas tramas burocráticas. “Los ayuntamientos parece que no quieren que se invierta dinero en ellos”. Hacer una casa, sostienen, implica más de dos años. La construcción de la vivienda –estos arquitectos están especializados en viviendas unifamiliares– conlleva dieciocho meses, pero el proceso administrativo en los ayuntamientos “lleva, mínimo, seis meses”. El territorio, además, no está preparado para albergar lo que buscan los clientes que acuden a estos arquitectos, que ofrecen un servicio integral. “Es muy difícil encontrar parcelas en A Coruña. Hay clientes que ya incluso miran en Lugo, porque aunque tengan un presupuesto infinito, no encuentras una parcela de 20.000 metros cuadrados en Oleiros; te tienes que comprar igual 200 parcelas”, comentan.
Muchas de las casas que construyen “son para tener una casa en verano, o hay quien vive aquí seis meses al año. Son también muchos gallegos retornados que vuelven con mucho poder adquisitivo”. La mayor parte de estas personas “busca aislarse”.
En este punto, Hernández y Cid puntualizan: “El ser mitológico de la clase media ha desaparecido, pagan de medio millón a uno en zonas suburbanas. Luego está la gente que empieza a buscar parcelas más grandes, la casa no tanto, pero sí espacio”. Por último, el cliente de lujo lo que quiere son “parcelas enormes, aislamiento y casas grandes dentro de estas parcelas. Buscan buenos acabados, arquitectura mediterránea, el cuidado del detalle... no miran el dinero, no compran nada por precio. Hace falta gente en Galicia que sepa atender a estos detalles desde el punto de partida del diseño. Sí hay buenos arquitectos, pero están a otros menesteres”, consideran.
Las zonas preferidas por este tipo de cliente que busca la exclusividad y el lujo son Oleiros, como Mera, Bergondo, Cambre o Arteixo. En la propia ciudad destaca la restauración, y es que estos arquitectos reforman y diseñan el interior de pisos para llevarlos a su máximo esplendor. La calle Compostela, Zalaeta o A Zapateira son las principales áreas donde han prestado servicio. “Muchos de estos clientes llegan y te dicen: ‘Yo tengo esto, encárgate de todo y no quiero hacer nada’. Tú tienes que dar el servicio de encontrar lo mejor y que no se preocupen de nada”, apuntan.
Si bien este mercado todavía está aterrizando en A Coruña, el lujo, como tal, ya existía en el territorio; pero estos arquitectos consideran que “la gente con dinero no conocía realmente cómo poder lograrlo”. “No hay oferta en Galicia para este perfil. Al no haber buenas casas, compraban lo que había a precio de oro. Si esta gente se comprase la parcela y estuviese dispuesta a esperar una media de dos o tres años por la licencia y el tiempo de construcción, tendrían algo por el mismo precio que el que han invertido en algo que no es bueno de verdad”, añaden.
El trabajo de Hernández y Cid, por otro lado, se transporta a donde tengan demanda. Aunque estén afincados en el área metropolitana y el propio Hernández sea de A Coruña, reciben llamadas de clientes de todas las partes del mundo. La última fue una mujer que les pidió que le hiciesen una casa en Medellín (Colombia).
A Coruña y su área metropolitana están creciendo. La internacionalización, un objetivo turístico del propio Ayuntamiento, también hace que la ciudad esté presente en el mapa de grandes inversores. De ahí que cada vez haya más interés de familias de todas partes del mundo en instalarse en Galicia o, por lo menos, tener un lugar de desconexión para pasar un tiempo determinado.
Hasta ahora parecía impensable poder ver en A Coruña una vivienda al más puro estilo Beverly Hills, pero, al fin y al cabo, solo era cuestión de tiempo que se descubriese el tesoro que supone vivir aquí. Aunque para algunos, realmente, esto no tenga precio.
El proyecto más lujoso que resonó en la zona en los últimos años fue Paraíso Oleiros. En Perillo, a la orilla de la ría de O Burgo, esta urbanización de 20.000 metros cuadrados se anunció como un ejemplo destacado de tecnología y comodidad. Con 46 viviendas completamente automatizadas, cada hogar cuenta con control de iluminación, alarmas de seguridad, clima, ventilación, sombreado y sistemas de audio. Además, las zonas comunes y exteriores también cuentan con soluciones inteligentes. Muchos coruñeses que residían en el centro de A Coruña se mudaron a este Paraíso con dos piscinas, gimnasio, zonas verdes y pista de pádel. La urbanización de lujo acogió a los primeros residentes a finales de 2021. Desde su construcción, el proyecto aspiró a ser respetuoso con el medio ambiente y eficiente energéticamente, de forma que se integraron las viviendas que miran a la ría y los apartamentos rodeados de árboles centenarios que llenaban las parcelas donde se construyeron estas viviendas que rozaron, en algunos casos, el millón de euros.