Este mandato será el que vea la definitiva peatonalización de los Cantones, que lleva tanto tiempo demorándose. Pero peatonalizar y/o humanizar ha sido el credo en materia de movilidad durante muchos años, y cada vez son más las calles de A Coruña las que se han ido cerrando al tráfico rodado para devolvérselas al peatón. Es la realidad en todas la ciudades gallegas, en mayor o en menor medida. En el caso de A Coruña, el 8,7% de su superficie vial ya está vedada al coche, lo que la sitúa solo por detrás de Santiago en lo que se refiere a las grandes ciudades gallegas.
Este dato se ha obtenido a través de la aplicación Open Street Maps (que emplea como fuentes el instituto Geográfico Nacional, la Dirección General del Catastro y datos cartográficos de la Xunta) y procesado por la empresa de estadísticas y encuestas Demosgal. Solo hace referencia a calles residenciales, ni autovías, ni carreteras, y tampoco se tienen en cuenta la superficies como parques u otras áreas que normalmente también están vedadas al coche. Tampoco se tienen en cuenta las humanizaciones en las que la calle se reforma para eliminar el aparcamiento, ensanchar las aceras e igualar las alturas.
Santiago, con su enorme casco antiguo es, pues, la ciudad más peatonalizada, con un 13,2% del total, pero A Coruña ocupa un segundo lugar muy por delante incluso de otras ciudades como Pontevedra, que tienen reputación de puntera en el ámbito de su movilidad, pero que solo ha peatonalizado el 5,4% de sus 422 kilómetros de vías urbanas. En cuarto lugar se encuentra Ferrol (3,8%), en quinto Vigo (3,4%), en sexto Ourense (2,5) y Lugo queda en último lugar (2,6%).
El hecho de que A Coruña parezca encontrarse tan adelantada en el proceso de peatonalización puede explicarse (además de por el fuerte compromiso del Gobierno local en este sentido) por el hecho de que es un municipio con una extensión muy pequeña, de solo 37 kilómetros cuadrados. Esto significa que, a pesar de que porcentualmente, A Coruña haya peatonalizado mucho más que Vigo, por ejemplo, en realidad el número de kilómetros de calles sea muy semejante (27,1 y 28,6, respectivamente).
Para llegar hasta aquí ha sido necesario recorrer un largo proceso en el que el Gobierno local, de uno u otro signo político, ha tenido que enfrentarse siempre con una parte de la población, vecinos o comerciantes, que temían que el cierre del tráfico les afectara negativamente. El proceso comenzó hace 50 años cuando, en julio de 1974, siendo alcalde Jaime Hervada, se aprobó en el pleno municipal una medida que por aquel entonces parecía revolucionaria: no se podría aparcar en la calle Real ni en las vías aledañas. La nueva medida afectó a la zona entre San Andrés y los Cantones: Estrella, Mantelería, Galera, Olmos, Torreiro...
El siguiente gran paso fue María Pita. En aquella época, la plaza mayor no solo estaba abierta a la circulación, sino que albergaba docenas de plazas de aparcamiento, así que el alcalde, Francisco Vázquez, aprobó la construcción del túnel que permitiría desviar el tráfico. En 1987, la plaza mayor de la ciudad era ya definitivamente peatonal y en 1997 le tocó el turno a Riego de Agua.
No se trataba solo del centro: Vázquez se había propuesto que cada barrio contara como mínimo con una calle peatonal. En septiembre de 1998 concluían las obras de la calle Barcelona, en Agra do Orzán, que se convirtió en una de las arterias comerciales de la ciudad. En 2003 le tocó el turno a Ángel Senra, en Os Mallos, pero no se cortó totalmente al tráfico hasta 2009.
Un año antes se había comenzado la peatonalización de O Parrote y la construcción de un gran aparcamiento. Pero la aparición de unos restos arqueológicos pertenecientes a la muralla que se había construido entre los siglos XIV y XVIII convirtió la obra en una pesadilla política y judicial, un boquete a cielo abierto que estuvo años paralizado.
Fue Carlos Negreira, del PP, quien lo terminó y en 2013 dio inicio a un proyecto aún más ambicioso para soterrar casi todo el tráfico de la Marina, 35.000 vehículos al día, para liberar 52.000 metros cuadrados. Fueron en total 5,6 millones de euros los que se invirtieron en la urbanización, a los que hay que añadir los 16,5 millones que costó el túnel. El Gobierno de Xulio Ferreiro fue el encargado de recepcionar las obras y, en 2016, continuó con la peatonalización de la Ciudad Vieja que había empezado en 2014 Negreira y que culminó en 2018 tras varias incidencias.
Comparado con estos precedentes, el Gobierno de Inés Rey ha dado pasos más pequeños hasta ahora, aunque ha aprovechado el estallido del covid y los cambios que produjo a nivel social para impulsar proyectos que llevaban mucho tiempo durmiendo en el cajón. “De las pocas cosas buenas que nos trajo la pandemia es que aceleró transformaciones urbanas que nos habrían llevado muchísimo tiempo” comentó Rey durante una mesa redonda en 2022, en la que recordó que durante las restricciones de movilidad era necesario ofrecer seguridad a la población garantizando la distancia social, así que decidieron peatonalizar, “sabiendo que el espacio que le quitábamos a los vehículos no iba a volver, iba a ser ya para nosotros”.
El ejemplo más claro es el de los Cantones, que se ‘peatonalizó’ en 2021 de forma provisional, a la espera de las obras definitivas que se iniciarán el año próximo. También ocurrió lo mismo con Alcalde Marchesi o la calle Compostela, así como otras vías pequeñas que apenas tenían tráfico, como Monte das Moas en O Castrillón o la de San Leopoldo en el Agra do Orzán. Por el momento, la obra más importante ha sido la peatonalización de Ramón Cabanillas, en Os Mallos, que atraviesa prácticamente el barrio. Pero sin duda será los Cantones la obra que marque el mandato de Rey, junto con la definitiva apertura de los muelles a la ciudad y que culminará una transformación que comenzó hace medio siglo.
Calle Real y aledañas. Lo que se dio a llamar ‘batalla anticoche’ comenzó con casi todas las calles entre San Andrés y los Cantones.
María Pita. Tras construir un túnel para desviar el tráfico y un parking, la plaza se convirtió en peatonal.
Riego de Agua. Diez años después de María Pita, se peatonaliza la última calle de las que conducen a la plaza mayor.
Calle Barcelona. La auténtica arteria y centro de la actividad vecinal de Agra do Orzán se volvió peatonal hace 26 años.
O Parrote-La Marina. Xulio Ferreiro recepciona las obras de O Parrote-La Marina, que había iniciado el Gobierno de Carlos Negreira.
Ciudad Vieja. Culmina un proceso de varios años con el que se cierra el último casco histórico que quedaba abierto al tráfico