A Coruña se convirtió el jueves en la ciudad de los cinco minutos. En la misma franja de tiempo, aunque en momentos diferentes del día, Marc Anthony agotó la primera remesa de entradas para su concierto de julio, mientras que los incondicionales de A Mundiña dejaron pequeño su gigantesco nuevo local de la calle de la Estrella. Ni siquiera los 400 metros cuadrados y las 120 plazas de aforo sirvieron para contener la avalancha de coruñeses que durante unos cuatro meses se habían quedado sin su taberna favorita. Y lo mejor de todo es que, al contrario que en otros casos semejantes, el índice de curiosos parecía mínimo y todos llegaban por invitación previa. Así se pudo comprobar en la calurosa bienvenida, casi siempre por el nombre, que brindó Álvaro Ameijenda a cada uno de sus clientes.
A las 19.58 horas nada parecía indicar que allí se iba a abrir un nuevo negocio: verja bajada, luces apagadas y total discreción. A las 20.03 la terraza estaba abarrotada y lo de dentro parecía el tradicional juego de la silla. Unos segundos después los que llegaron tuvieron que conformarse con contemplar de pie el que seguramente vaya a ser su templo para más de un homenaje durante los próximos meses. Si la intención de la propiedad era ser una carta de presentación y un entrenamiento previo a lo que espera a partir del viernes el objetivo lo consiguió con creces.
Algunos llegaron con ganas de volver a regodearse con Susiño, el famoso bocata de cigalas, pero ese placer de bigotes tendrá que esperar 24 horas más. El catering incluyó esta vez jamón, empanada, mejillones y quesos, además de un vino de cortesía. Lo que está claro es que, durante 19 años, la Taberna de A Mundiña ha creado una legión de fans a la que pese al músculo y espacio ganado costará abastecer si se juntan todos en un mismo punto a la misma hora.