Las okupaciones han estado muy de actualidad a lo largo de los últimos años, convirtiéndose en uno de los delitos más comentados por la sensación de inseguridad que generan en los alrededores. Mientras que algunos de estos edificios okupados no generan problemas, otros se convierten en puntos de tráfico de drogas, de peleas, de robos y otras actividades. Incluso si el dueño del inmueble denuncia la okupación, el proceso para expulsar a los residentes indeseados puede alargarse muchos meses, y por eso las desocupaciones extrajudiciales se están convirtiendo en una alternativa. En A Coruña, en lo que va de año, se han realizado cerca de 35.
Es la estimación de Dio Exprees, una de las empresas más importantes del sector en A Coruña, donde existen otras empresas, como Desocupa Galicia. Sin embargo, muchas de ellas subcontratan personal a Dio, como guardias de seguridad o cerrajeros, de manera que puede llevar un cómputo más fiable. Señala que hay que distinguir entre las personas que no pagan el alquiler y los casos más mediáticos, en los que un grupo de sujetos en riesgo de exclusión social se apropian de un inmueble viejo y abandonado, en muchas ocasiones ruinoso.
Se da a menudo la situación de que, cuando un okupa consigue allanar un inmueble grande, de varios pisos, suele buscar ‘inquilinos’, otros sujetos marginales a los que les ofrece una vivienda a cambio de alquiler. Eso es lo que ocurría en el número 114 de la calle Orzán, donde seis personas malvivían en un edificio propiedad de la Cocina Económica, que se vio obligada a contratar a Dio, que consiguió que los okupas se fueran sin necesidad de usar la fuerza.
En el número 41 de la avenida de Oza ocurrió algo semejante. El inquilino original había subarrendado habitaciones a otros sujetos y cuando aquel murió en el hospital, se convirtieron en okupas y traficantes de droga. Ahora todo el edificio está okupado por traficantes o toxicómanos, con las consiguientes molestias para el vecindario y los negocios aledaños. El desalojo está programado para finales de enero, pero, como esta situación se prolonga desde comienzos de año, algunos afectados se impacientan. Es el caso del propietario de la taberna Casa Saqués, que lleva tiempo con el negocio cerrado y teme que tenga que cerrar definitivamente este mes si la situación no se soluciona. Él resumía la situación de la siguiente manera: “Los jueces están de coña, la Policía está de coña y la alcaldesa está de coña”.
En otros casos, el desalojo es extremadamente rápido, como ocurrió en la pequeña calle de Varela Silvari, entre la plaza de San Agustín y la de España, donde hubo que desalojar a una familia rumana que ocupaba un edificio que todavía amenaza con derrumbarse.
La mayor parte de los propietarios no se plantean todavía contratar a las empresas de desokupación, lo que explica que haya relativamente tan pocas actuaciones de este tipo. Desocupa Galicia estima que pueden haber 300 viviendas okupadas en la ciudad, aunque la gran mayoría se trata de inquilinos morosos. Muchos de ellos, en Os Mallos, que señalan como el epicentro del fenómeno en A Coruña.
Estas empresas consideran okupa a los morosos si llevan más de un año viviendo en un lugar sin pagar el alquiler. Fuentes de la mesa de okupación, en la que participa la Subdelegación del Gobierno y el Ayuntamiento, reducen la cifra de verdaderos okupas (intrusos que han entrado por la fuerza en una vivienda, muchas veces vacía o ruinosa), a menos de cien.