De A Coruña a Marrakech. Unas vacaciones de una semana que acabaron en sobresalto, corriendo entre los escombros de la medina, a las 23.54 del viernes 8. “Nosotros estábamos en la calle, que acabábamos de salir a cenar, y empezó a temblar todo”, comenta Yago Riveiro. Con algo más de 20 años, a miles de kilómetros de su casa, hacía frente a un terremoto, “aunque al principio no sabíamos qué estaba ocurriendo, estábamos en shock”, comenta tras asimilar lo vivido, de vuelta en Galicia. 

Los chicos reaccionaron de inmediato y decidieron volver a casa, pero se encontraron con la catástrofe: “Volver por donde habíamos venido era imposible, estaba todo destruido, con las calles, que son estrechas, totalmente intransitables...”, explica Riveiro. “En ese momento nos dimos cuenta de la magnitud y de que, si salimos unos minutos más tarde, a lo mejor no lo contamos...”, continúa su relato, sorprendido por la reacción de los vecinos, que no dudaron en afrontar ellos mismos el rescate de supervivientes y “se echaron a la calle, a ayudarse unos a otros,  con lo que podían, con lo que tenían a mano, sin asistencia de ningún tipo”, explica todavía impresionado pero con una sorprendente madurez este joven vecino de A Coruña.  

Esa noche no pudieron volver a su alojamiento y a la mañana siguiente, con la luz, la imagen era de un auténtico caos, de la desesperación de los ciudadanos en las cercanías del zoco, en la plaza de Yamaa el Fna, donde se concentraron, y construcciones milenarias hechas añicos, “totalmente impactante”, resume Yago.

El domingo, después de un día y medio de angustia, pudieron regresar a España. “Cuando estás allí solo piensas en cómo volver, no eres consciente de lo ocurrido, pero cuando vuelves...”.