Dicen que para los presos, el tiempo pasa más lentamente. Pero para la prisión vuela, y ya han pasado 25 años desde que se inauguró el centro penitenciario de Teixeiro. Es un cuarto de siglo  sobre todo de éxitos, de delincuentes que han abandonado sus muros para empezar una nueva vida. Un fenómeno mucho más frecuente de lo que se cree. Lo recalcaba el director del centro durante la inauguración de la muestra fotográfica que ya puede visitarse en la Fundación Barrié. 

José Ángel Vázquez, mientras recorría la exposición, explicaba que, según un estudio realizado con el total de la población reclusa española, el 80% no vuelve a entrar en prisión. “Es algo que creo que el público no sabe”, dijo Pero fue el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, el encargado de inaugurar la muestra, que se podrá visitar hasta el 15 de septiembre. 
 

Bajo el lema “El valor social de un servicio público esencial”, en esta sala de la Fundación Barrié se reúnen 44 imágenes firmadas por Vanessa Casteleiro, además de pinturas y muestras de artesanía realizadas por los internos. En las fotografías se pueden descubrir los rincones de un complejo que responde al concepto de un pequeño núcleo urbano y está conformado por catorce módulos residenciales y por edificios destinados a enfermería, talleres productivos, área sociocultural y polideportiva. 
 

Una visión distinta 

Las imágenes pretenden ofrecer una visión alejada de los tópicos carcelarios: internos abrazándose con sus familias en un día de visitas, sonrientes jugando al fútbol, atareados trabajando en los talleres, leyendo concentrados en las bibliotecas. Hombres y mujeres, puesto que Teixeiro cuenta con dos módulos mixtos. Incluso dispone de guardias femeninas. “Es algo que no les cabe en la cabeza a los visitantes de otros países que vienen a inspeccionar nuestro sistema carcelario”, asegura Ortiz.
 

A día de hoy, 940 internos se encuentra tras los muros de Teixeiro, que tiene capacidad para más de mil. Hace quince años llegó a albergar unos 1.600, pero los cambios en la legislación redujeron la población penitenciaria. La mayoría se halla en uno de los ocho módulos de respeto –”donde todo el mundo quiere estar”, como señaló el secretario–. Allí los presos cogestionan los espacios compartidos. 
 

“Que más del 60% de la población penitenciaria de Teixeiro esté ubicada en módulos de estas características da una idea de en qué medida se ha consolidado un modelo que hace a la persona privada de libertad partícipe y responsable de su proceso de vuelta a la vida en sociedad”,  destacó el secretario general de Instituciones Penitenciarias que también puso en valor el compromiso social de los 470 profesionales del centro.