Desalojados cuatro okupas tras un derrumbe en una vivienda en A Coruña

Desalojados cuatro okupas tras un derrumbe en una vivienda en A Coruña
El número 33 de la calle Varela Silvari

La pequeña calle peatonal de Varela Silvari, ubicada entre la plaza de San Agustín y la de España, fue ayer el escenario de una evacuación por un peligro de derrumbe. Un pequeño edificio situado en el número 33 de esa calle registró la caída de su cornisa. En realidad, todo el edificio estaba en un estado lamentable, y lleva abandonado muchos años, pero no vacío: cuatro okupas se encontraban en su interior pero cuando el inspector de Ruinas del Ayuntamiento dictaminó que el edificio era peligroso, consistieron en evacuarlo, siguiendo las indicaciones de las trabajadoras sociales municipales. La zona fue acordonada por la Policía Local, que cortó la calle por la mitad para evitar el peligro de derrumbe.

 

Previamente, a las nueve de la mañana, se alertó a Bomberos para que sanearan la fachada del edificio. La cornisa ese encontraba en los pisos superiores, así que emplearon una autoescalera, y les llevó más de una hora finalizar el trabajo. Pero, más allá de su fachada que estaba sostenida por andamios, toda la estructura del edificio se halla en un estado muy precario, a pesar de los avisos del Ayuntamiento.
 

Los más ruinosos

La casa de Varela Silvari no es una excepción, sino más bien la confirmación de la norma: los okupas escogen los edificios en peor estado para instalarse en ellos, con la esperanza de que sus dueños no presenten la denuncia necesaria para que las autoridades les expulsen de una propiedad privada. Edificios como este no escasean en la ciudad, y son muchos los que han soportado varias okupaciones a lo largo de los años sin que los administradores tomen medidas definitivas. Los vecinos se quejan de que son nidos de ratas y palomas, además de inseguros, pero rara vez se actúa. 
 

Hay excepciones: en la Ciudad Vieja, que se encuentra justo al lado, los residentes no tienen noticia de okupaciones, a pesar que existen edificios en mal estado, como por ejemplo el número 3 de la calle Damas. El motivo es que la mayo parte de los inmuebles pertenecen a inmobiliarias que protegen su inversión con cierres y tapiados. 


Pero no siempre es efectivo: hace un mes, allanaron de nuevo el número 55 de la ronda de Nelle, un viejo edificio frente al parque de Santa Margarita que ha llegado a acoger a docenas de okupas, la mayoría de nacionalidad rumana, como es el caso de Varela Silvari, aunque hay que señalar que no solo personas de esta nacionalidad se encuentran en una situación tan precaria. Hacía tres años que habían bloqueado los accesos y desde entonces no se habían producido allanamientos, pero siempre hay quien busca un nuevo refugio y está dispuesto a asentarse por la fuerza. 
 

Desocupaciones 

Otro edificio en muy mal estado que también acogía en su interior a varios individuos marginados fue el número 114 de la calle Orzán. Como el edificio de Varela Silvari también era distinguible por una andamio que sostenía su ruinosa fachada, con una red para recoger cascotes y durante años había acogido toda clase de sintecho y toxicómanos, que incluso pagaban una renta a una mujer, también okupa, que les había ofrecido cobijo. Todo acabó de forma rápida en septiembre cuando el dueño del edificio, la Cocina Económica, contrató a una empresa para expulsarles. 
 

Fue una decisión polémica, puesto que se trata de una entidad benéfica, de gran arraigo en la ciudad, y las empresas de desokupación no tienen mucho apoyo social. Sin embargo, el desalojo se hizo de forma pacífica y por propia voluntad de los okupas, después de que estos fueran abordados por los miembros de la empresa.  
 

Peligro de incendio 

Uno de los principales problemas que generan estos edificios okupados es el peligro de incendio: con una instalación precaria, muchas veces pirateada y acumulan una gran cantidad de basura en el interior, como muebles viejo, ropa, o envoltorios de comida,  que sirven de combustible a las llamas. 
 

Aunque en el tejido asistencial a menudo conocen a los individuos que se encuentran en riesgo de exclusión social, rara vez se consigue realojarles. En parte, por la escasez de vivienda que existe en A Coruña, y en parte, porque muchos de ellos sufren problemas graves de desarraigo o consumen sustancias o se hallan en situación irregular.

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