El próximo 16 de noviembre, A Coruña tiene una cita musical especial en el Coliseum, con la visita del canadiense Bryan Adams. Pero en otro punto de la ciudad hay otra cita igual de importante, o más si cabe. Los Prime Ministers vuelven al escenario de la sala Pelícano para ofrecer un nuevo concierto benéfico (22.30 horas), en esta ocasión en favor de la Asociación Gallega de Fibrosis Quística.
Fito, uno de los guitarristas de la banda, que este año celebra su décimo aniversario, recuerda que ya llenaron dos veces la Pelícano por una buena causa. “Esta tercera nos va a costar un poco más, por la coincidencia de Bryan Adams, pero sospecho que él también va a sufrir teniendo a los Prime Ministers como competidores", bromea.
La banda, explica, la conforman “Carlos a la batería, Jose al bajo, Carlos a los teclados y Marcos y yo a las guitarras”. A esa base se unen el saxofonista Álvaro Fernández, el trompetista Daniel Figueredo, los coros de Anna y Eriné y las voces de Carla Green, Carlos Tojeiro, Toto Montoto, David Varela, Ton Eirín e Inés Ferreiro. “Todos ellos dan al espectáculo un factor diferencial, hace que sea muy variado”, apunta Fito, mientras recuerda que lo suyo es “el rock clásico”, con versiones de Green Day, M-Clan, Janis Joplin, Led Zeppelin o AD/DC, entre muchos otros. “Tengo que reconocer que cada año van sonando mejor”, dice.
El germen de Prime Ministers está en un concierto en favor de la Liga Reumatolóxica Galega que la Bone Band dio en 2012 en la Mardi Gras. “Fue una cosa que nos llegó al alma”, asegura Fito.
Les permitió “socializar un hobby que teníamos medio escondido”. El “retorno, en forma de cariño”, de las asociaciones, redondeó el resultado. Dos años más tarde se formó Prime Ministers, con esa idea de dar conciertos para ayudar a entidades como la asociación coruñesa de esclerosis múltiple o la de bulimia y anorexia.
“No tenemos una presencia enorme, organizamos un concierto o dos al año porque, realmente, el nombre de Prime Ministers viene un poco de nuestras agendas, que parecen de ministros”, bromea Fito, que recuerda que todos los miembros “tenemos nuestras vidas montadas en diferentes sitios fuera de la música”.
La banda les ha servido para gestar una relación de amistad casi familiar. Pero la adrenalina de los conciertos, aunque espaciados, es necesaria. “Es como si un equipo de fútbol queda para entrenar solo, de vez en cuando una pachanguita viene muy bien”, asegura entre risas.