Después de diez años, Eduardo Beaumont, ‘Piñas’, retoma Malaputa, su proyecto paralelo a Marea. Decía precisamente la voz de la banda de Berriozar, Kutxi Romero, que hasta que Piñas no sacase disco, ellos no publicarían el suyo. Acompañado por Euken Ubasos y con la incorporación de Kolibrí Díaz (guitarra de Marea) publican el ansiado trabajo, ‘De raíz’, que presentan en una gira conjunta con Ciclonautas (cuyo batería, Alén Ayerdi, también forma parte del grupo navarro) que recala el sábado en la sala Malavida (calle Rey Abdullah, 13).
¿Cómo se gesta este regreso tras más de diez años?
Fue un poco inesperado. Pensaba que no íbamos a volver nunca. En 2014 hicimos gira por España, lo pasamos muy bien. El último concierto fue en Oviedo, con Ciclonautas, era como tocar con mis hermanos. Pero luego, como que quedó la historia ahí, en el tintero. Óscar (Sánchez, anterior guitarrista) y yo queríamos ir por distintos derroteros, tampoco había mucha ilusión. Y se quedó un poco ahí... Solo concibo el rock and roll de la manera que me enseñó Marea, entonces no me apetecía conocer gente nueva o estar probando. Quedé a la espera. Al final surgió todo con Kolibrí. Estábamos en los locales y me comentó que no le gustaba ver la historia parada, que le apetecía mogollón meterse. Era un poco el formato que me esperaba, en familia. Cuajó todo bien.
¿Cómo está yendo la gira?
Pues muy bien. Date cuenta de que, al final, somos una banda nueva, tienes el reclamo de que somos dos componentes de una banda grande, pero tampoco tiene que ver. Hay mucha gente a la que le gusta Marea y que no le gusta Malaputa, y al revés. Nos tienen que descubrir. La sensación de cómo dejamos a la gente, además de despeinada... (ríe) se van muy contentos. La sensación sobre el escenario es que nos lo estamos pasando bien, que es lo que se prioriza.
¿Cómo está siendo el pasar de los conciertos de Marea, que por ejemplo aquí en Coruña el último fue en el puerto, a volver al origen, a las salas pequeñas?
Eso, de tocar en el puerto a tocar en una chalupa (ríe). Muy bien, tío, es la vuelta al barro, es perfecto. Las salas tienen una magia que no tienen otras cosas. Con Marea es impensable, para hacer algo así tenemos que ir a Europa o Latinoamérica. Además, al formato nuestro, así rabioso, le va muy bien la sala.
¿Había presión para sacar el disco después de que Kutxi bromeara con que no habría disco de Marea hasta que sacase el suyo?
Hace diez años escribí la última letra, para el primer disco. Me estaba costando mucho y estaba quedando un disco tan bonito que... daba mucho respeto meter mano ahí. Estaba quedando tan bien que tenía que estar a la altura. Le daba demasiadas vueltas. Fue un poco de presión. Además, me lo decía así: “No te quiero presionar, eh, pero hasta que no saques disco...” (ríe). Fue perfecto, parece que no sé funcionar de otra manera, me hacía falta.
El disco tiene temas como ‘Mi altar’, un homenaje al rock español.
A todo lo que nos ha alimentado. Invoco a mis dioses, a mis ídolos. Tenemos a Extremoduro nada más empezar la primera estrofa, con “la vereda de la puerta de atrás”, tenemos a vuestros paisanos, sus majestades Los Suaves, a Barricada, a Marea y, cómo no, a Rosendo, el padre de todo. Llevaba tiempo pensando en una canción con títulos, con canciones que muestran de dónde vienes.
¿Ha sido complicado bajar una marcha con respecto al primer disco y mantener esa rabia?
Ha sido sencillo, ni te lo piensas. Antes estábamos preocupados por el “dale, dale velocidad”. A mí me flipa el primer disco, pero sí que había canciones que me estresaban un poquillo. Era “p’alante, p’alante” sin bancos para descansar (ríe). Antes no concebía el ir rabioso si no era gritando hasta que se me iban a salir los ojos de las cuencas (ríe). Ahora bajamos medio tono y, la verdad, es que pilla una tesitura de voz mucho más cómoda, con más margen, no juegas al límite. Estoy muy cómodo y vemos que se mantiene la misma rabia.
Y, sobre el escenario, ¿cómo se afronta el cambio de Marea, donde lo vemos dando vueltas por el escenario, a tener que ejercer de frontman, más quieto?
Estoy más agarrado, más sujeto. Como los burros que van dando vueltas a un palo, pero esos por lo menos dan vueltas (ríe). Pero veo a Kolibrí, cómo se enciende, que es para flipar, y me vale. Los raticos que puedo me voy a enredar a su lado, o junto al Euken, pero con conciencia de que tengo que volver (sonríe). Poder cantar y transmitir lo que has escrito... es un lujo.