Este viernes aterriza en el Museo de Estrella Galicia (Mega) la energía de Gigi McFarlane que, como es habitual en ella, se pone a disposición del público herculino. “Si ellos quieren fiesta, nosotros también, y si quieren estar más tranquilos, pues hacemos algo más bonito”, comenta la artista entre risas.
Lo que sí que está claro es que el feeling con el público de Galicia es muy bueno, como han ido dejando patente sus anteriores visitas. “En Galicia hay muy buen rollo, es muy fácil el público ahí”, asegura y recalca que en sus propuestas, la interacción surge más de la relación con el público que de la calidez del recinto en sí: “Depende de lo accesible que esté el público, hay varias cosas, pero en Galicia sí, en Galicia ya sé que va a haber interacción, porque sois así de guays”, reconoce con una sonrisa.
Sobre su actuación, además de alguno de sus temas, desvela que le gustaría hacer un viaje al pasado. “Me gustaría hacer canciones de los 80, de los 90, canciones que hace tiempo que no escuchan, por eso es interesante hacer lo que hacemos, porque podemos versionar canciones disco, dance, que suelen pinchar los Dj y que quizá no se escuchan tanto en vivo”, explica.
Sus diferentes facetas artísticas dialogan entre sí, tal y como reconoce la propia cantante, recordando que antes de la música, estaba la ilustración y que ambas se retroalimentan. “Tengo una canción que habla de eso, de la fusión entre la música y la pintura, creo que tienen mucho que ver”, asegura. Y esa relación la liga al proceso de composición, tanto de una canción como de una ilustración, “como un lienzo en blanco, y vas creando, como que puede no tener fin si quieres, la creatividad es infinita y puedes ir sumando, sumando...”, comenta. “Lo comparo bastante, de hecho, yo siempre pienso que una persona a la que se le da bien la música, se le da también pintar, son cosas paralelas”, dice.
Gigi McFarlane recuerda que su salto a la música “fue un poco de casualidad”, porque en la época que se dio, precisamente, “estaba con el tema de la pintura a tope”.
Hacía horas extra en un restaurante con música en directo. Un día la escucharon cantar junto al pianista y le ofrecieron actuar unos días más tarde. “Y hasta hoy, son casi diez años”, recuerda entre risas.
“Me siento muy afortunada, siento que ha sido un regalo de la vida que me ha caído del cielo, no lo he buscado”, explica. Y, precisamente, ese no haberlo buscado le hizo aprender el mundillo desde la parte práctica. “No he tenido ese previo de haber estudiado música, tengo lo práctico, porque he empezado en el escenario”.
Sobre el futuro, asegura que no le gustan las conjeturas. “Si pones expectativas, igual te llevas un chasco. Yo me siento super afortunada ahora y quiero seguir así, rodando”, concluye.