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domingo | 11 agosto | 2024
Los Museos Científicos Coruñeses tuvieron protagonismo en la edición de El Ideal Gallego del 11 de agosto de 1999, cuando se publicaron los datos de visitas correspondientes al mes de julio, con 100.000 personas que pasaron a lo largo de esos 31 días por la Casa de las Ciencias, la Domus y el Aquarium Finisterrae. Hace 50 años, en 1974, el incendio de un coche en la plaza de Pontevedra merecía una de las fotos de portada del diario. Los cinco ocupantes del vehículo, un padre y sus cuatro hijos, tuvieron tiempo para abandonarlo sin sufrir lesiones. En el periódico de 1949, hace 75 años, la actualidad estaba marcada por los diferentes festejos veraniegos en la ciudad. Por ejemplo, uno infantil en María Pita, con comparsas de gigantes y cabezudos.
En las horas de más afluencia, la Casa de los Peces recibe diez visitas por minuto; unas 600 por hora, entre las cinco y las ocho de la tarde. Al final del día se han despachado entre 3.500 y 4.000 billetes. La cifra récord se alcanzó el domingo al venderse 4.138 entradas. Por si estos números todavía dejan a alguien indiferente, el director del Acuario, Ramón Núñez, aporta otro dato: 30.000 personas han recorrido las instalaciones en los primeros nueve días de agosto de 1999 y todo hace suponer que serán unos 100.000 antes de que concluya el mes.
En julio la Casa de las Ciencias recibió a 11.000 personas, las mismas que el mismo mes de 1998; la Casa del Hombre pasó de las 15.000 del año pasado a las 18.000 de este, y la Casa de los Peces alcanzó las 68.000 y otras 49.750 en junio. El resultado de la suma llama la atención: 97.000 visitas, casi 100.000 en 31 días de verano. Además, el último eclipse de sol de este siglo podrá observarse hoy en Galicia, si las nubes no lo impiden, entre las 10.48 y las 13.25 horas. En A Coruña, la Casa de las Ciencias agotó las 4.000 gafas especiales que puso a la venta, aunque facilitará unas a quienes deseen ver el fenómeno.
Un turismo marca “Seat-124-D”, matrícula de Madrid M-G 5386, ardió ayer en sus tres cuartas partes en la Plaza de Pontevedra, entre las once y cuarto y las doce menos veinte de la mañana, a escasos metros de la gasolinera allí existente en 1974. Mientras llegaban al lugar del suceso los bomberos, se intentó utilizar el pequeño extintor de incendios que posee la estación expendedora de gasolina, pero se encontraba vacío. No pudo evitarse que el coche se convirtiera en una auténtica hoguera, congregándose alrededor numerosas personas.
El coche siniestrado, al ocurrir el accidente, estaba cerca de la gasolinera esperando su turno para surtirse de carburante. Cuando llegó a la altura de la palmera grande situada en el jardín de aquella zona, comenzaron a salir chispas del lugar donde se encontraba emplazada la radio del coche, por lo que se sospecha que el origen de las llamas podría explicarse a causa de un cortocircuito. De forma muy rápida las llamas hicieron presa de la parte delantera del coche. Los ocupantes del vehículo, un señor y sus cuatro hijos, tuvieron el tiempo justo para abandonarlo, sin sufrir lesiones de ningún tipo.
Prosiguen nuestras fiestas en 1949, sin que, a falta de mayores incentivos, la animación y la alegría decaigan un solo instante. En la tarde de ayer, la grey infantil se congregó en la Plaza de María Pita, en la que actuaron las comparsas de gigantes y cabezudos, el teatro de títeres, amén de otras diversas atracciones, que hicieron las delicias de grandes y chicos.
Llegada la noche, numerosos coruñeses asistieron a la “Gran parada de estrellas” en la Plaza de Toros, donde un buen número de aficionados se comportaron con el desparpajo y la galanura de profesionales. Y con un hombre ahogado, al caerse de la lancha que hace el servicio a la playa de Santa Cristina, tendríamos una impresión de la jornada, si a ello no hubiese que añadir el ritmo vertiginoso al que marchan las obras de pavimentación de la calle de Cordonería que, una vez terminadas, darán fin a los enojosos cruces de trolebuses en la calle de Panaderas y mejorarán notoriamente el tránsito por aquella concurrida vía urbana, algunos sucesos de menor cuantía y toda esa gama de pequeños hechos que componen el cotidiano discurrir de la ciudad. A fin de cuentas, La Coruña se divierte de lo lindo, y trabaja también lo suyo.
