Si hay un sector al que la pandemia condicionó, o ha condicionado, de forma más radical ese es el de la hostelería. Desde las limitaciones horarias al uso de geles hidroalcohólicos, pasando por la distancia de seguridad y los cierres recurrentes, los bares, cafetería y restaurantes han conseguido superar todas las barreras hasta su resurrección, en forma de recaudación récord, en la segunda mitad de 2022. Sin embargo, el último resquicio de los nuevos hábitos parece haber llegado para quedarse, ya que resulta cada vez más encontrarse con una carta física a la hora de consultar la oferta de un establecimiento. Queda instaurado el reinado del código QR.
Si bien el nombre puede resultar todavía extraño, su uso se ha estandarizado y normalizado hasta el punto que sentarse en una mesa suele ir acompañado de la lectura mediante el teléfono móvil, condición ineludible para la lectura inmediata (y también para múltiples usos de comunicación comercial). Fue la fórmula elegida para evitar cualquier tipo de contacto en la etapa covid, aunque su expansión era ya un hecho.
Lo que en su día resultó cool y hasta sofisticado es hoy ya estándar y normalizado. Y, como quiera que lo selecto está en las antípodas de lo corriente, la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería detecta una deseo de vuelta a los orígenes, especialmente en los establecimientos que buscan diferenciarse. “En algunos locales se está volviendo atrás, a la carta antigua, porque te gusta tener una carta física y permite otra presentación en cuestiones de diseño”, explica el presidente, Héctor Cañete. “Son más cómodas a la hora de actualizarlas y, cuando entras en un restaurante de cierto nivel, el código QR ya no está bien visto”, añade.
En el lado positivo de la balanza, el hostelero apunta a todas las bonanzas que llevaron al código de barras bidimensional a convertirse en solución. “No es sucia, y es cierto que se están desmontando cosas de la pandemia y otras se están quedando”, puntualiza.
Fin de las mascarillas
La noticia que más ha aliviado y de la que más se ha beneficiado la hostelería desde su anuncio es el fin de la obligatoriedad de las mascarillas, tanto en interiores como en exteriores.
Sin embargo, aunque cada vez es menos habitual, todavía puede verse a muchos profesionales trabajando de cara al público con el que permanecerá como gran símbolo de una época.
El ocio nocturno también ha recurrido a la tecnología
El hermano nocturno de la hostelería, el ocio, también se ha acostumbrado al código QR para sus servicios adicionales. Si bien todo el mundo que entra en un pub o discoteca tiene en mente la consumición que desea pedir, el auge de la coctelería ha provocado que, tanto los locales específicos para combinados como aquellos que satisfacen los nuevos gustos, remitan al uso del teléfono móvil.
Y es que no es lo mismo divisar una carta de espirituosas a golpe de vista en el mostrador que escudriñar los secretos de un combinado.