“Poder abrir cada día es un reto, casi como si te tocase la Lotería de Navidad”. Así resume Juan Rodríguez, hostelero al frente de un grupo de cafeterías de barrio, el desafío y el pequeño triunfo que supone cada día levantar la verja del Mundial 82, el Rodríguez o la Bodega Berciana, además del Nuevo Dino’s en la plaza de España. No ha tenido tanta suerte con el centro social de la Sagrada Familia, donde el bar permanece cerrado por falta de personal. “Es un caos: empezamos a notar el problema el año pasado y este empieza con la misma gravedad; la gente aguanta tres o cuatro meses, pero luego te deja tirado”, lamenta el empresario.
El también presidente de la asociación vecinal de la Sagrada Familia hace un llamamiento a quien quiera trabajar: contrato indefinido, ocho horas diarias y salario según convenio. “Es cierto: en hostelería se trabaja de pie, pero ahora son ocho horas y no trece o quince como antes”, recuerda. Rodríguez también se ha puesto en contacto con varias ETT, la asociación de hosteleros y otras entidades para encontrar personal. Tiene miedo de que los otros locales del grupo vayan por el mismo camino. “Tengo dos personas de baja y estoy haciendo malabarismos para seguir abierto. Buscamos camareros: da igual la edad y cuanto mayores sean pues mejor, ya que son más serios y ordenados”, subraya. Es un mal endémico que se ha extendido a todo el sector.
Desde la gerencia del grupo hostelero se lanza un mensaje claro: aquel que quiera trabajar es bienvenido y se insta a los interesados a dejar currículum o pasarse por cualquiera de los establecimientos.