Cuando Samuel Luiz fue asesinado el 3 de julio de 2021, Ibrahima Diack y Magatte N'Diaye no tenían permiso de residencia. Habían llegado a España en patera y sabían los riesgos que corrían al implicarse en un altercado de tales dimensiones, pero no pudieron frenar los "valores que nos enseñaron nuestros padres desde Senegal". Son las dos únicas personas que trataron de socorrer al fallecido en la trágica madrugada de hace casi cuatro años, llegando incluso a ser agredidos por el grupo que mató a Luiz a golpes. Sin embargo, este ya estaba muy débil y nada se pudo hacer por salvar su vida.
"No somos héroes, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Ibrahima y Magatte ya forman parte de la historia de la ciudad, al pasar a estar incluidos en la lista de hijos adoptivos de A Coruña. La alcaldesa, Inés Rey, les entregó este lunes el título, que ahora ostentan 44 personas. Su actuación no solo fue aplaudida por la valentía demostrada. También por lo que supuso: una lección de humanidad.
Semanas después de lo ocurrido el Gobierno les concedió el permiso de residencia y de trabajo. Tiempo después, la corporación municipal aprobó, por unanimidad, una moción para nombrarles hijos adoptivos.
No todos los días el salón de plenos de María Pita acoge un acto en el que la emoción es visible en el rostro de todos los asistentes. Y así fue este lunes. Los aplausos desde las bancadas, más que homenaje, eran síntoma de gratitud.
La alcaldesa calificó de "admirables" a ambos por su intervención en la madrugada en la que la ciudad "padeció una cacería humana por la animadversión a la condición sexual" de la víctima. "Solo un par de personas acudieron a su ayuda, los que más tenían que perder", dijo la regidora, mientras puso en valor que, pese a no poder salvar a Luiz, " ejercieron como salvadores de la bondad, altruismo puro".
En su intervención, Magatte agradeció a las autoridades su colaboración, además de destacar la labor de las ONG que trabajan para hacer “más humana esta ciudad”. Ibrahima tuvo también palabras de recuerdo para su familia, quien le dio “muchísimas cosas más valiosas que el dinero”. “Me dieron el amor y el respeto, y si alguien necesita ayuda, tienes que plantarte. Lo que recoges es lo que cosechas”.
Rey, durante su discurso, manifestó la importancia de distinguir entre “la falsa valentía del agresor y la honrosa valentía del solidario”. Por ello, recordó que A Coruña “mostró en muchísimas ocasiones ser una ciudad valiente” en la que no tiene cabida la violencia ni la homofobia.
Del caso, que consternó a toda la sociedad y cuya crueldad traspasó fronteras, surgieron “dos figuras admirables que no dudaron en jugarse el cuerpo”. Por ello, Rey ensalzó lo que simbolizan Ibrahima y Magatte: “Una propuesta de convivencia y futuro”. Al acto, además de parte de la corporación municipal, asistieron el delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, y la subdelegada del Gobierno en A Coruña, María Rivas. También miembros de ALAS Coruña, asociación que ejerció como acusación particular en el juicio por el crimen. Pero era en la primera fila donde se ubicaban los verdaderos rostros de dolor y agradecimiento eterno. Las amigas de Samuel, visiblemente emocionadas, se fundieron en un abrazo con los homenajeados, que ya forman parte de la historia de A Coruña.
El reconocimiento a estos dos hombres llegó un mes después de conocerse la sentencia por el asesinato de Samuel. Ibrahima y Magatte fueron, a su vez, dos testigos clave en el juicio. Diego Montaña fue condenado, como autor de un delito de asesinato con la agravante de discriminación por condición sexual, a 24 años de prisión; Alejandro Freire, por asesinato, a 20; y Kaio Amaral, a 20 años y seis meses (17 por el delito de asesinato y tres y medio por robo con violencia del teléfono móvil de la víctima). Alejandro Míguez, por su parte, afronta diez años de cárcel por el delito de cómplice de asesinato. El Tribunal de Xustiza de Galicia celebrará en los próximos meses la vista de apelación tras los recursos presentados por las defensas.