Pocas veces un documental histórico llena las redes sociales y lidera las audiencias de televisión, sin embargo, Cristóbal Colón lo ha logrado. Igual que, contra pronóstico, consiguió llevar su expedición a través del Atlántico hasta descubrir América, también logró este sábado llamar la atención con uno de sus más grandes misterios: ¿de dónde era?
El documental emitido por Televisión Española (titulado 'Colón ADN. Su verdadero origen') tiró de ciencia y tecnología para ir descartando hipótesis sobre el origen del almirante —incluida la de que Cristóbal Colón era gallego— para llegar a una conclusión: era un judío sefardí originario del Mediterráneo occidental.
Sin embargo, hace 84 años, y sin tanta tecnología, hubo otro ilustre, en este caso sí gallego y, concretamente, coruñés, que ya había llegado a esta misma conclusión. Según la obra de Salvador de Madariaga "Vida del Muy Magnífico Señor Don Cristóbal Colón", cuya primera edición data de 1940, el marino procedía de una familia de judíos catalanes —una fe propia del territorio valenciano, balear y catalán—, esto es, de sefardíes, que se estableció en Génova a raíz de la persecución contra esta fe iniciada en el siglo XIV en tierras castellanas. En el documental emitido este sábado por La 1, el experto defensor de la tesis judía, Francesc Albardaner, sostiene que el descubridor sea, seguramente, de Valencia.
Madariaga —asegura el doctor en Historia del Arte Enrique Castaños en la síntesis elaborada sobre esta obra— sigue documentos oficiales genoveses y concluye que si Colón ocultaba su procedencia era porque su familia era humilde, lo que suponía un obstáculo para sus ambiciones españolas. Así, sitúa su fecha de nacimiento entre 1449 y 1451, hijo de Doménico Colombo y de Giovanni Colombo, según los archivos notariales de la ciudad de Génova.
Sobre una de las razones por las que estudiosos daban a Colón por castellano, su buen uso de la lengua y que no aparezcan papeles con palabras suyas en genovés, la hipótesis que maneja Madariaga es la de que Colón se estableció en Lisboa en 1476, pero que antes de llegar a Castilla ya era la castellana la lengua en la que expresaba sus pensamientos más íntimos y personales. Al respecto de que Fernando Colón, hijo del descubridor, escribe que "el Almirante conforme a la patria donde fue a vivir y a empezar su nuevo estado, limó el vocablo Colombo para conformarlo con el antiguo y distinguir los que procedieron de él de los demás que eran parientes colaterales, y así se llamó Colón", señala el estudioso gallego que lo importante es que asegura que "vino a su patria cuando vino a España".
Madariaga estaba también convencido de que el rey Fernando el Católico conocía el origen judío catalán de Colón, lo cual también vendría a explicar en parte la lentitud de las negociaciones de los monarcas con el descubridor. Además, señala que desde 1485 y hasta el mismo 1492 en Castilla se le llamaba Colomo, probablemente para ocultar el Colom que lo comprometía, puesto que la Inquisición había condenado en años anteriores a conversos judaizantes secretos en Valencia y Castilla con el apellido Colom. Los reyes tampoco mencionaron nunca la nacionalidad de Cristóbal Colón, cuando era algo muy normal en esa época, una extrañeza que para el intelectual coruñés explica que realmente Isabel y Fernando sabían con quién trataban y cuál era su verdadero origen, pero decidieron mantenerlo en secreto por su interés.
Otra vinculación judía de Colón que establece el autor gallego es la de que cuatro de sus grandes protectores en la Corte, Andrés Cabrera (y su mujer, Isabel de Bobadilla), íntimos de los Reyes Católicos, y los altos funcionarios del Reino de Aragón Juan Cabrero, camarero del rey, Gabriel Sánchez, tesorero, y Luis Santángel, escribano de ración, eran judeoconversos.
Curiosamente, Colón, una vez aprobada su expedición marítima, tenía previsto zarpar el 2 de agosto de 1492, la misma fecha que los reyes habían puesto como límite para la expulsión de los judíos del territorio castellano. Sin embargo, finalmente, los barcos salieron de Palos media hora antes del alba del 3 de agosto. Se trata de un hecho al que en principio Madariaga no había dado relevancia, pero que manifiesta también otra coincidencia, la de que Colón esperase al 3 de agosto para su primer viaje y no lo iniciase el 2, ya que ese día era, según el calendario judío, el 9 del mes de Ab, la jornada de ayuno que conmemoraba la destrucción de Jerusalén a manos de Nabucodonosor y de Tito y en la que, según los rabinos, quien trabajase no recibiría ninguna bendición, es decir, que tendría mala suerte.
Madariaga también caracteriza al almirante con tres rasgos de la fe judía que transfirió a su cristianización, como son el sentido profético, creerse un elegido y el sentido contractual. Plantea el coruñés que lo más probable es que Colón no se convirtiera a la fe cristina, sino que ya naciese en el seno de una familia cristianizada que había dado el paso tras la masacre de 1391, cuando por los reinos cristianos de Castilla, Aragón y Navarra se produjeron saqueos, incendios, matanzas y conversiones forzadas de judíos en las principales juderías de las ciudades. Razón que también llevaría sus pasos hasta Génova, iniciando la historia familiar secreta que Colón se llevó a la tumba pero que más 500 años después de su fallecimiento la tecnología del siglo XXI está consiguiendo aclarar.