Individuos y bandas convierten la okupación en un negocio en A Coruña

Individuos y bandas convierten la okupación en un negocio en A Coruña
A Zapateira protestó por la okupación de uno de sus chalés en junio de 2020 | Patricia G. Fraga

La detención en Oleiros el martes pasado de un individuo que lleva años dedicándose a okupar viviendas para luego chantajear a los propietarios ha puesto  de relieve uno de los aspectos menos conocidos de la okupación, alejados de la simple necesidad de vivienda: el fenómeno difiere entre la zona urbana (A Coruña) y la periurbana (los municipios que la rodean). En este último caso, se trata de segundas viviendas cuyos propietarios pagan para que los okupas se vayan. En el primero, suelen ser inmuebles ruinosos cuyos dueños se despreocupan de ellos.  


En los dos casos, se trata de un delito, pero su desarrollo es muy distinto. La fuentes consultadas, que van desde las autoridades hasta miembros de empresas de desokupación, explican que los okupas de chalé tienen como objetivo obtener dinero del dueño. El precio suele ser unos 3.000 euros, aunque siempre están dispuestos al regateo. Para un propietario con fondos, resulta más económico ceder al chantaje que embarcarse en un proceso legal largo y costoso. 
 

“Puede durar meses y en ese tiempo pueden destrozarte la casa. Para muchos, es mejor llegar a un acuerdo con el okupa”, explican. A Coruña, que tiene su propia área de urbanizaciones en A Zapateira, también ha registrado casos parecidos, en los que los vecinos han realizado protestas. Pero es en Oleiros, municipio famoso por su alta renta per cápita, donde se han producido los casos más famosos. Su alcalde, Ángel García Seoane, ha llegado a hablar de mafias. 


El truco de la pizza  

No es el único. Francisco Martínez de Dio Expres, una empresa de desokupación, también emplea este término para designar grupos que operan en A Coruña, sobre todo en el barrio de Os Mallos, uno de los epicentros del fenómeno en la ciudad. “En Andalucía hay varias mafias de okupación. Aquí hay menos, pero los hay”, asegura. Cada miembro de la banda tiene una función específica. uno es el cerrajero, otro presenta el DNI a las autoridades, otro es el fontanero y uno más se encarga de la electricidad. 


Fernández cuenta un truco utilizado por estas bandas: “Lo que hacen es controlar un piso  antes de entrar en él. Le ponen un señuelo (una marca en la puerta) y si después de un tiempo continúa allí, piden una pizza. Esperan en el portal pagan la pizza y se quedan el ticket: pasadas 48 horas, abren el piso cambian la cerradura y listo”. Cuando la Policía Nacional les pide una prueba de que llevan las 48 horas en ese piso, les enseñan el ticket. Luego venden la llave a terceros, o incluso actúan por encargo. 
 

Armas de fuego 

Tratar con esta clase de okupas puede ser peligroso: el individuo al que la Guardia Civil detuvo el martes llevaba un arma de fogueo modificada, de manera que era plenamente operativa, y había estado en la cárcel durante años en Asturias. Fue detenido por tenencia ilícita de armas pero también por extorsión, según fuentes de la Guardia Civil.  
 

Otro fenómeno recurrente es que, cuando un okupa se hace con un inmueble de varios pisos, suele hacerse con la  mejor vivienda y alquila a otros okupas el resto de los pisos, o incluso de las habitaciones, por un precio módico: cien o 150 euros al mes. Es un acuerdo ventajoso para individuos que se encuentran en la marginalidad y que tienen muy difícil acceder a la vivienda, pero a veces se provocan disputas por el impago del alquiler y pueden acabar en violencia.  Eso es lo que ocurrió, supuestamente, en enero del año pasado en el número 37 la ronda de Nelle. 

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