Inés Pintor, guionista coruñesa con obras a sus espaldas como la miniserie de Netflix ‘El tiempo que te doy’, acaba de ganar el VI Premio Domínguez de guion en galego, organizado por la Asociación Sindical Galega de Guionistas (AGAG) con el apoyo de la Fundación SGAE. La película con la que ha vencido, ‘As crechas’, cuenta una historia que ocurre en Monte Alto en los noventa.
¿Cómo es la película?
Es un drama ambientado en los años 90 en Monte Alto. Es la historia de dos amigas de 17 años que acaban de terminar el instituto, y están en el verano de antes de que empiece su nueva vida. Una de ellas estudiará Magisterio cuando empiece el curso en septiembre, y la otra empezará a trabajar, y entonces deciden pasárselo bien en verano. Para conseguir dinero cogen percebes de las rocas de la zona de la Torre de Hércules y roban a los turistas que vienen a la ciudad. Todo va muy bien hasta que una de ellas se enamora de uno de estos turistas, y empiezan ahí a verse las grietas de su relación. Es una historia sobre la amistad, el barrio, el crecer, la adolescencia…
¿A qué se debe esa ambientación?
La historia nació más del universo que de la premisa en sí, creo que el propio barrio fue el punto de partida. Monte Alto siempre me ha parecido un universo muy curioso: cambió muchísimo. Era uno de esos barrios que estaban en la periferia, al que empezó a venir gente de la aldea, y donde hubo un tiempo en que había una convivencia de diferentes tipos de personas muy curiosa, porque había mariscadores, chatarreros, luego además había mucha droga… Pero fue un lugar de gran expansión cultural también. Me parecía que los 90 eran una buena época para hablar del barrio con toda esa mezcla.
¿Algún otro barrio merece su película?
Creo que hay un montón de barrios con historias curiosas, lo que pasa es que Monte Alto es el que me toca más de cerca y del que tengo más conocimiento. Mi padre vivió allí en aquella época. Pero mismamente en el que vivo ahora, Cuatro Caminos.
¿Por qué escribir en gallego?
El lenguaje y el idioma que usas cuando escribes condiciona tu manera de ver las historias y tu manera de ver el mundo. No te expresas igual en una lengua que en otra, y cuando escribimos, por ejemplo, en gallego tendemos a hablar de universos más cercanos, nuestros. Historias más locales, con una esencia más apegada a nosotros.
¿Y ese título, ‘As crechas’?
Es porque ellas dos son dos chicas de pelo rizado. Y entonces les llaman así, ‘as crechas’. Es una vergüenza que tienen, un poco como estas cosas de moda que se comentan a veces sobre los cuerpos de las mujeres... Y, además, hubo una época en que estaba muy de moda tener el pelo liso, y ellas lo tienen muy rizado y encrespado por la humedad del barrio, del mar, de la playa… Entonces, no les gusta, y siempre intentan alisarlo y ocultar lo que son. Todos los personajes están luchando con lo que son, con lo que les ha tocado ser por el lugar donde viven, y con esa necesidad de ser otra persona: con no querer asumir que has nacido y vives ahí y que eres así.
Ya hay llamadas de productoras...
Tiene intereses ya, sí. No hay ningún compromiso con nadie. Creo que el premio le ha dado voz, y ha generado el interés de ciertas productoras. Estoy contenta, además, con que sea un premio a un guion en gallego, y me parece que es un gran impulso para los proyectos en esta lengua. Es como el pistoletazo de salida: escribes un guion y muchas veces tienes que moverlo tú a puerta fría, pero esto le está dando una carta de entrada y generando interés, que para mí es lo más importante: que este proyecto se mueva y que llegue a producirse.