La relación de José Miguel Pérez-Sierra con A Coruña es especial. Aquí fue su debut como director de orquesta, al frente de la OSG, hace 18 años; aquí tomó su primer encargo fijo, al ser nombrado principal director invitado para la Temporada Lírica de Amigos de la Ópera. “Cuando estoy en A Coruña, me siento en casa”, asegura antes de ponerse de nuevo frente a la OSG para la gala lírica de clausura de la Temporada Lírica (este viernes, a las 20.00 horas, en el teatro Colón) junto a Marina Monzó y Miren Urbieta-Vega (que sustituyen a la soprano Aida Garifullina, que por enfermedad se ha visto obligada a cancelar su participación), la misma temporada de la que formó parte de su inauguración, con la batuta de la Sinfónica en ‘Aida’, el pasado mes de septiembre.
Sobre la gala de este viernes, el maestro Pérez-Sierra asegura que el público se podrá esperar “un programa muy del gusto del público, todo repertorio muy popular”. “Es una gala lírica que el público va a disfrutar mucho”, añade.
Acerca de la ciudad, Pérez-Sierra tiene claro que en A Coruña hay un caldo de cultivo propicio para la afición por la música. “Creo que A Coruña es una especie de Salzburgo español, es increíble”, asegura, y añade que “si consideramos la cantidad de música que hay por habitante, quizá hay más que en grandes capitales europeas”. “Creo que el público de A Coruña está ávido de música, de sinfónico, de ópera, creo que es un público magnífico y apasionado y se ha creado esta afición, este ambiente musical que tiene la ciudad y que la hace incomparable a muy pocas”, comenta.
Habitualmente, Pérez-Sierra ha sido un director invitado en multitud de formaciones orquestales. El año pasado, siguiendo el curso natural de su carrera, aceptó su primer encargo fijo como principal invitado de Amigos de la Ópera y, desde el pasado noviembre, es el director musical del teatro de la Zarzuela. “Este nombramiento llega después de más de 130 funciones dirigidas en el teatro”, apunta y añade que “tanto aquí en A Coruña como en la Zarzuela, han sido nombramientos muy orgánicos”, algo que ve positivo, al no ser él un extraño para los músicos ni las instituciones. Sobre su rol, explica que “somos el único teatro de zarzuela del mundo” y, aunque fuera de España se conozca el género por obras como ‘No puede ser’ o las romanzas que han interpretado cantantes como Carreras, Berganza o Caballé, su objetivo es “sacar la zarzuela de España”, “creo que tenemos esa responsabilidad, ese rol de embajadores del género”.
Sobre su carrera, el director tiene claro que nunca se ha querido encasillar, “me considero especialista en música, me inspiran las carreras de músicos que no se ponen límites”, comenta hablando de personalidades como Pappano o Levine.
Y eso hizo que sus comienzos fuesen difíciles, “no fueron fáciles porque nunca quise encasillarme”, afirma sobre un mundo de etiquetas. “Cuando debuté, debuté sinfónico y era director sinfónico; luego empecé a hacer Rossini y era rossiniano; empecé a dirigir Puccini y era pucciniano... cada dos o tres años he sido encasillado en algo diferente”, dice entre risas. “He desconcertado a los programadores, pero siempre fue mi apuesta, no concibo dedicar mi vida a un solo género”, apunta y añade que “la música es un único cosmos”.