El nombre de su nueva novela se la regaló Galicia, como quien dice. Cuando escuchó la palabra ‘vagalume’ se enamoró al instante, aunque el amor aumentó cuando supo su significado. Julio Llamazares presentaba ayer en la Fundación Luis Seoane su nueva novela, ‘Vagalume’ (Alfaguara), junto a Xesús Fraga y Javier Pintor.
Llamazares asegura que, al igual que a él, al público le ocurre algo similar, “les encanta la palabra sin saber lo que significa, pero cuando lo saben, todavía les gusta más”. “La lumbre que vaga”, comenta el autor, mientras compara la expresión con la vida de los escritores, “mitad vagabundos, mitad luces que se encienden en la noche y que intentamos dar calor a los lectores, me pareció el resumen perfecto de la novela en una palabra”.
Y es que en ‘Vagalume’, Llamazares va dibujando trazos de como pueden ser las vidas de los escritores. Y uno de los tópicos que visita es, precisamente, el de los autores que acuden a la soledad nocturna para crear. Y el propio escritor es uno de ellos, “porque es cuando mejor se escribe: no suena el teléfono, ni entra tu hijo y pone la televisión...” asegura con una sonrisa. “Escribir es como soñar despierto, como leer, necesitas concentrarte”, explica y acude a una cita de uno de los personajes de ‘Vagalume’ para continuar, “la noche es como una placenta que te envuelve y te permite escribir y soñar despierto”.
Pero en la obra también visita contradicciones, como el acudir a ese aura nocturna de soledad para estar acompañado. “No sabemos muy bien qué buscamos cuando escribimos, si hablarnos a nosotros mismos, si aislarnos del mundo para poder pensar tranquilamente o para contar esas historias al mundo, es contradictorio, por un lado te alejas del mundo, pero luego te diriges a la gente”, explica.
En la novela, los personajes abordan también los motivos que tiene un autor para escribir, el misterio de una vocación que pocos entienden. “Casi todos los días me hago la pregunta”, bromea Llamazares sobre por qué escribe él. En su caso, sus novelas son “preguntas fundamentales que nos hacemos” y en el caso de ‘Vagalume’, la pregunta es “¿qué he hecho yo con mi vida?” Y es que el autor se dedica “a esto tan extraño y absurdo como pasarme la vida escribiendo”.
La vocación es algo que va trascendiendo en la novela en distintos aspectos y es que los personajes van bailando entre comparativas entre escritores y periodistas, ambas profesiones a veces difíciles de comprender para el resto del mundo. “Es el misterio de la escritura, que es una pasión y, a la vez, una necesidad que no sabes de donde viene”, comenta, porque “cada uno escribe por unos motivos, pero todos tienen una pasión que es la que le lleva a dedicar su vida a la escritura”.
En algunos pasajes de la novela, los personajes hablan de la necesidad de un don para algunos géneros, como la poesía. Para la narrativa, Llamazares no habla de don, pero sí de algo más. “Ahora si no escribes, parece que no eres nadie, antes el escritor era un personaje socialmente marginal, hace 80 o 100 años eran bohemios que malvivían”.
El autor asegura que “ahora, escribe mucha gente que no es escritora”, a las cuales asegura que, además, se les premia por aspectos vacuos como la fama, “pero eso no es escribir”, indica. “Escribir es entender la vida como una pasión a través de las palabras, escritor es aquel que seguiría escribiendo aunque no le leyeran”, afirma, y añade que muchos lo dejarían sin lectores.