El buen tiempo ha traído consigo el abarrote en los arenales de la ciudad. Durante el paso de la borrasca ‘Nuria’ nada hacía prever que los coruñeses vivirían un verano adelantado con temperaturas por encima de los veinte grados, pero todo parece indicar que, hasta el sábado, así será. Pero, mientras algunos buscan darse un chapuzón o tomar el sol, otros bajan a las playas para pasar un rato con sus perros.
Esta convivencia, pacífica para la mayoría de las personas, ha llevado a muchos bañistas a quejarse de la falta de civismo de los dueños de los canes tras encontrarse excrementos en la arena. La ordenanza municipal dicta que los animales solo pueden acceder a las playas urbanas fuera de la temporada estival –que dura del 1 de junio al 30 de septiembre–, a excepción de la cala de Bens, que tiene la consideración de playa canina y a la que pueden acceder cualquier día del año.
Pero el buen tiempo cada vez llega antes y cada ejercicio que pasa es más habitual disfrutar de los arenales antes de verano. Esto lleva a poner sobre la mesa el debate: ¿debería empezar antes la limpieza de las playas?, ¿habría que prohibir el acceso de los perros a la arena antes del 1 de junio?
A Coruña tiene más de 250.000 habitantes. El número de perros es de 32.000, por lo que respetar las normas de convivencia es cada vez más importante. Los transeúntes, y los dueños de los perros que sí recogen las deposiciones, se quejan de que hay muchos que no lo hacen. Y lo que es peor: rara vez se les sanciona. En 2023 la Patrulla Verde de la Policía Local tramitó 16 multas por “molestias”. Fuentes municipales sostienen que es muy difícil combatir el problema. “La gente que saca a la calle al perro mira a un lado y al otro. Si no hay nadie, simplemente no lo recoge y se va”, explican.
Por supuesto, los agentes municipales actúan de paisano cuando acuden a las zonas verdes en busca de infractores pero estos rara vez se confían. Por otro lado, hay ocasiones, sobre todo cuando el dueño ha soltado al perro en una de las zonas habilitadas para ello, que simplemente no se da cuenta de que su mascota ha defecado. Este podría ser el caso de las playas.
Se trata de una misión muy difícil, a pesar de que se han ensayado algunos métodos novedosos durante el año 2023 para atrapar a los infractores por otras causas, como el uso de drones. Hay otras medidas que se han contemplado pero que tampoco han llegado a hacerse realidad. La Concejalía de Medio Ambiente había puesto sobre la mesa realizar test de ADN de las heces de los animales. Y todo ello se podría ahorrar con conciencia y civismo.