Laura del Val (Burgos, 1985) es el claro ejemplo de como, a pesar de tener un buen trabajo y una buena calidad de vida, de poco sirve si realmente no te hace feliz. Y es que, si algo bueno tuvo la pandemia, fue, sin duda, la cantidad de tiempo que cada uno podía utilizar para pensar. En uno de esos procesos existenciales, la monologuista se dio cuenta que su destino partiría en una dirección no precisamente cercana al mundo del Derecho, sino al del humor. Parte de ese característico sarcasmo es el que utilizará esta noche en el Garufa Club, a partir de las 22.00, en una actuación con motivo del Día de la Visibilidad Lésbica.
¿Es su primera visita a la ciudad?
No es la primera vez que vengo a actuar, pero sí en el Garufa Club, con motivo de las actividades que organiza Les Coruña por el Día de la Visibilidad Lésbica.
¿En qué va a consistir el monólogo de hoy?
Está enfocado desde el punto de vista de ser lesbiana y qué supone serlo en el mundo actual. A veces, parece que se está avanzando, que hay un montón de leyes, pero en el día a día siguen ocurriendo cosas, sigue habiendo noticias, y, como digo yo, hay ciudades y pueblos más allá de Madrid y Barcelona donde las cosas se ven diferentes. A través del humor y de la cultura queremos mandar un mensaje de que estamos aquí, de que existimos. Nuestra misión es dejárselo más fácil a las futuras generaciones tratando estos aspectos y hacerlo con humor, para reírnos de las situaciones, y que se pueda pasar un poco mejor el rato.
Dejó la toga por el humor. ¿ Cómo fue el proceso?
Está claro que la pandemia nos afectó a todos. A mí me sirvió para tomar una decisión. Estaba en un buen puesto de trabajo, socialmente muy bien visto y aceptado, ganando bien de dinero, pero no me llenaba ni tampoco me hacía feliz, que al final era lo más importante. Si el mundo se acabara mañana, sentiría que habría perdido el tiempo. La pandemia me sirvió para darme cuenta de que quería dejar la abogacía y apostar por lo que me gusta. Si sale bien, genial; si sale mal, pues siempre se podía volver. Fue el punto de inflexión necesario, en julio de 2021 me lancé y ya no he vuelto.
¿Siempre estuvo familiarizada con el humor?
Soy de Burgos y allí el tema del humor es muy diferente. Es más sarcástico e irónico. Yo siempre he tenido eso, que a mucha gente le hacía gracia. Siempre ha estado dentro de mí, ese talento o esa capacidad. En 2017, tuve un problema de salud mental y mis amigas me regalaron un curso de ‘Stand Up’, de monólogos, y ahí empecé. En 2019, me empecé a subir a los escenarios de bares y ahí me di cuenta que quería vivir de esto. Si no llega a ser por ese momento, no estaría aquí ahora.
Ahora es una de las cómicas más reconocidas de España.
Está siendo un año muy bonito. Estoy sin parar y, además, todos los proyectos en los que estoy me sirven para seguir aprendiendo cada día un poco más de todos los formatos. Estoy viviendo de lo que me gusta y de lo que quería y no me pongo límites.