Hace ya años que se convirtió en la zona más exclusiva de A Coruña para vivir. Alquilar o comprar un piso en las tranquilas calles del casco histórico es algo lejos del alcance de muchos bolsillos. Y, sin embargo, aunque se trate de un barrio muy cotizado, sus residentes no viven precisamente rodeados de lujos. Es más, en algunos casos, las deficiencias son más patentes que en barrios humildes de la periferia: casas sin aislamiento, sin garaje, o sin ascensores, son la norma en este distrito.
Nadie lo diría si se juzgara solo por los precios. La fuente de la plaza de Azcárraga, el corazón de la Ciudad Vieja, se rodea de edificios en los que el metro cuadrado se sitúa en los 11,8 euros en el caso del arrendamiento –según la plataforma inmobiliaria Idealista–, y en 4.021 en el régimen de compraventa, tal y como recordó un estudio de Engel & Völkers publicado a finales de marzo. Es decir, un piso en alquiler de 80 metros cuadrados cuesta al mes, de media, 944 euros. Si el inmueble se quiere adquirir en propiedad, habrá que pagar una media de 321.680 euros.
Muchos vecinos lo comparan con vivir en un pueblo, lo que tiene sus aspectos positivos pero también negativos
Es poco probable que la situación mejore. El problema de acceso a la vivienda, sobre todo para los menores de 35 años, es cada vez más acuciante y el Ayuntamiento acaba de solicitar a la Xunta que declare toda la ciudad zona residencial tensionada, pero la Ciudad Vieja solo cumple uno de los requisitos analizados por el Gobierno local para llevar a cabo dicha demanda.
En el caso del primer indicador, que la hipoteca o el alquiler y los gastos superen el 30% de la renta media de los hogares, no se cumple. En el segundo, que el aumento del precio del alquiler haya aumentado en más de tres puntos que el acumulado del IPC, sí se percibe. Es decir, los ingresos de los hogares son suficientes para hacer frente a la subida del precio del alquiler, y es que hace cinco años, en marzo de 2020, el metro cuadrado costaba 9,3 euros de media. Si se compara con otras zonas de la urbe, los 11,8 euros actuales por un metro cuadrado en el casco histórico superan en dos euros a Os Castros, y en sesenta céntimos al segundo distrito más exclusivo: el Ensanche.
Los vecinos rechazan la idea de que vivir en la Ciudad Vieja suponga un lujo y creen que las cifras se ven engordadas porque los estudios cuentan la zona de O Parrote, donde claramente las viviendas son más caras y están reformadas.
CIFRAS |
944 EUROS |
2.833 VECINOS |
En un momento en el que es fácil ver por toda la ciudad edificios cubiertos de andamios, que están aprovechando las ayudas públicas para introducir aislamiento que mejore la eficiencia energética, los únicos andamios de la Ciudad Vieja son aquellos que aseguran las fachadas de edificios en ruina. “Hace falta músculo económico para hacer una reforma semejante”, señalan.
Casas pequeñas y de pocos pisos implican comunidades igualmente pequeñas, de uno o dos vecinos, que no pueden hacer una derrama importante, como la que se necesita para aislar todo un edificio. “Los del Ayuntamiento se pasaron por aquí –comentan–. Ofrecían 700.000 euros, pero les dijimos que no podíamos aceptarlo”.
En algunos casos, es directamente imposible, dado que cualquier forma debe realizarse empleando los materiales adecuados, de época. Esto ocurre a menudo con los edificios que se encuentran en la zona Pepri (Plan Especial de Protección de Reforma Interior), que abarca tanto a la Pescadería como la Ciudad Vieja. A esto se añade los problemas de accesibilidad que también presentan las viejas edificaciones. Casi ningún inmueble del casco histórico cuenta con un ascensor, lo que supone un lastre para los mayores y los vecinos con problemas de movilidad.
Y, por supuesto, está el problema del aparcamiento. Aunque el Gobierno de Xulio Ferreiro estableció zonas reservadas en la periferia del casco histórico para que pudiesen estacionar los vecinos, el paseo diario que tienen que realizar desde sus portales a los vehículos dista de ser cómodo. “Yo tengo mi plaza en O Parrote”, comenta uno.
Así las cosas, muchos señalan que vivir en el barrio es incómodo. “Si no hubiera nacido aquí no lo habría escogido nunca”, comentan. Tiene la ventaja de “ser como un pueblo”, es decir, que todo el mundo se conoce, y al que el repunte en la actividad constructiva parece haber dejado de lado. Por algo será.