Soplan vientos de cambio en el número 9 de la avenida de Montoto. Maraxe, una brisa fresca, espesa por momentos y, sobre todo, muy gallega, envolverá lo que desde hace dos años y hasta ahora se conocía como Bo&Go. El proyecto de cafetería con ciertos caprichos gastronómicos dará paso a un restaurante muy de aquí y que, bajo la misma gerencia, aprovechará la histórica ubicación de la heladería La Italiana para dar paso a la denominada "cociña inquieta". El sábado 23 estará más fresco que nunca a pie de calle, y con los sitios libres contados.
El carballés Gonzalo Vilariño aprovechó su amplia agenda de contactos de su etapa como futbolista semiprofesional para asumir el reto de dar continuidad a la heladería que había dejado fríos con su cierre a buena parte de los coruñeses. A pesar de que sólo dos años después Bo&Go ya es historia no puede decirse ni mucho menos que el bagaje fuera insatisfactorio. "Fue mi primera experiencia en hostelería y estábamos un poco estresados por depender de factores externos que no puedes controlar, como el tiempo", explica.
Ahora que los políticos apelan de manera tan habitual al llamado proceso de escucha, eso es exactamente lo que ha llevado a rajatabla la gerencia de Maraxe: asumir los comentarios y los piropos a las virguerías que desde los fogones hacían sus profesionales. Básicamente, sacarlos del filial y darles la titularidad. Me cayó una llamada del cielo, mi amigo Djuka, que es un genio de la cocina. Fue el principal responsable de este proyecto y, después de muchas conversaciones, decidimos dar el paso. De hecho, Rubén Freiría es el autor del nuevo restaurante. Al final, trabajamos en familia, que es lo que nos gusta", confiesa Vilariño. "Cuando llegaron a Bo&Go la gente que nos decía que era una maravilla. Con estos nuevos cocineros llegaron los elogios. El local estaba enfocado a desayunos y brunch, pero una vez escuchas mil testimonios de lo rico que está todo se puede decir que la clientela la que nos hizo replantearnos todo", añade sobre sus Messi de la cocina que no gozaban de 'minutos'.
Y eso de la demanda se manifiesta en el volumen de reservas para cenas en diciembre: apenas quedan espacios disponibles para grupos. Existen tres menús cerrados, de 48 a 70 euros, que vuelan una semana antes de abrir. "Para el fin de semana del 14 y el 21 está complicado", reconoce la gerencia, que aún así invita a llamar y preguntar.
En plena contrarreloj para llegar a la apertura del sábado 23, y sin desvelar la carta, Gonzalo Vilariño anuncia así los primeros aires de Maraxe: "Nuestra cocina va a tener toques vanguardistas, pero se va a respetar la calidad suprema del producto de proximidad. La gente se va a encontrar un restaurante fino, pero acogedor, con pescados y mariscos fuera de carta, todo fresco y de aquí. Pocas cosas, sencillas y ricas".