Un tal Juan Gómez-Jurado le dijo, cuando publicó ‘Los lobos no piden perdón’, que alguien no se puede considerar escritor con una sola obra, que es a partir de la tercera cuando uno puede poner junto a su nombre la palabra escritor. Y Miguel Conde-Lobato se lo tomó a pecho. Tanto es así, que cuatro años después de publicar aquella novela, va a publicar la tercera, ‘Palabras malditas’, que verá la luz el próximo día 26, mismo día en que la presentará en la librería Moito Conto, junto a la periodista Mayte González y al director de cine Pedro Corredoira (19.00 horas).
Conde-Lobato destaca que suele haber tres tipos de thrillers: los que se centran en el quién, los que se fijan en el cómo y los que buscan respuestas al por qué. “Yo quería hacer una novela de ‘quién fue’, ‘cómo lo hizo’ y por qué lo hizo’, que tuviese los tres ingredientes, pero era un desafío”.
Pero no se quedó ahí, sino que buscó también dotar a la obra de suficientes tramas como para enganchar al lector, disponer de un personaje femenino fuerte sin caer en los tópicos de los que se abusa siempre desde la perspectiva masculina y, sobre todo, un trasfondo social. El autor ahonda en ciertos aspectos de la sociedad actual como las apariencias, pero con una idea más grande que subyace a toda la historia: “La idea del estigma, de que hay dos tipos de sufrimiento: el que infringe el criminal y el de la propia sociedad, ese juego me parecía interesante”, explica.
Este planteamiento del thriller que va más allá del crimen “es el que más me gusta”, indica el autor. Apunta Conde-Lobato que le agradan esas lecturas “con algún tipo de connotación ética”, “me gusta que haya buenas reflexiones, que no rompan el ritmo, sobre grandes cosas de la vida. Que no porque estés en un thriller, los personajes dejen de ser sorprendentes”, completa.
‘Palabras malditas’ transcurre en Estela, una ciudad mediana que podría reflejar a una decena de ciudades españolas, pero el lector coruñés identificará algunos espacios: “El Chicago y el Manhattan se parecen de cojones”, reconoce entre risas. “Hay algo de censura a la parte cotilla, de prejuicios, esa atmósfera de las ciudades medianas, que todo el mundo cree que conoce a todos, es un caldo de cultivo propio para los prejuicios”, añade, antes de explicar que esa Estela que estalla tras una serie de sucesos tiene “cosas de Santander, de Oviedo, de Vigo, de Lugo, de A Coruña... pero es verdad que el coruñés se sentirá identificado, pero el de Almería no lo va a identificar y no va a pensar que Coruña es una ciudad de cotillas”, concluye con una sonrisa.
Conde-Lobato es “creativo publicitario, dirijo una agencia, y me encanta”. “Pero también me apasiona escribir y fabular historias, te cambia la vida”.
Y a él se la cambió. Tanto, que ha tenido que buscar espacios en un tiempo que no da más de si. “Me levanto sobre las 05.30 todos los días para poder escribir”, asegura sin poder contener una sonrisa. Su profesión y la escritura se han convertido en pasiones que han tenido que convivir en estos seis años, “no soy igual, porque quedas menos con los amigos, porque sabes que tienes que aprovechar esas horas y tienes que ir robando horas al día para hacer esto (escribir)”.
“Es verdad lo que decía Juan Gómez-Jurado, una novela es un estornudo, un arreón, es un impulso y puedes volver a tu vida normal y no ser escritor”, apunta Conde-Lobato, antes de proseguir: “cuando llevas un tiempo escribiendo con cotidianidad, ya convives con esa faceta y lo que requiere”.
Sobre el futuro, ya trabaja en dos obras: una, un thriller, y la otra, una novela de ficción. Esta última “para que no me echen de casa, porque tanto asesinato... mi mujer pregunta si todo eso estaba dentro de mi”, dice sin aguantar la risa y añade: “lo he calculado y serían no menos de 400 años de cárcel por toda la gente muerta en mis novelas”.