Tropezar dos veces en la misma piedra es de humanos, pero hacerlo decenas de ellas y no intentar ponerle solución va mucho más allá del tropiezo. Cansados de poner en riesgo su integridad física, los vecinos de la plaza de San Pablo han decidido ponerse, literalmente, manos a la obra: ellos mismos se han encargado de asfaltar y arreglar un bache que parecía maldito y que había provocado no solamente algún susto, sino también más de un ingreso hospitalario.
La zona que une la calle Sinfónica de Galicia con la iglesia parroquial es estéticamente diferente y reconocible, una especie de marca de identidad. Sin embargo, a medida que pasan los años se desgasta el firme, a un ritmo semejante al de las piernas de una población excesivamente envejecida y que no está para andar saltando de piedra en piedra. En el informe de daños que ha recopilado un hostelero de la zona hay incidentes de todo tipo. “Hablamos de fracturas de codo, de brazo, ambulancias cada dos por tres en la zona y caídas sin más”, dice. “Algunos han llegado a demostrar hasta una veintena de llamadas al 010 y alguna conversación con Infraestructuras, pero no acabamos de entender por qué el Ayuntamiento nunca ha hecho nada”, añade.
Después de que la gota colmase y rebosase el vaso de la paciencia, los vecinos optaron por dar un paso al frente y, entre todos, aplicar una solución que estéticamente no parece la idónea, pero que en la práctica sí aliviará muchos problemas. “Pidieron a los empresarios de la zona poder echar cemento en esa área y, por supuesto, no hubo ningún problema. Entre todos decidimos ponernos a amasar y con el cemento”, prosigue uno de los ideólogos de la iniciativa popular.
Uno de los momentos más críticos y en los que se registran más incidencias tiene que ver con los horarios de misa en la parroquia de San Pablo. “La iglesia dinamiza todo el entorno y le da mucho vida a la hostelería, pero no deja de ser gente muy mayor hacia la que el Ayuntamiento debería mostrar algo más de sensibilidad”, apuntan los habituales de una zona que poco a poco recupera la tranquilidad después de los atracos, peleas y el apuñalamiento mortal de las pasadas navidades.
Finalmente, y a pesar de que el firme es una seña de identidad, en el entorno de San Pablo sugieren que posiblemente sea el momento de replantear el diseño del suelo de la plaza y sus alrededores. “Debería cambiarse, o al menos renovarse. Es demasiado regular y se vuelve muy complicado para los vecinos, por lo que no cumple la función que debería”, finalizan los protagonistas de improvisada ‘empresa de mantenimiento’. Seguro que Manolo y Benito estarían orgullosos de sus ‘alumnos’ aventajados.