En plena efervescencia del debate sobre la idoniedad de declarar o no a la urbe herculina como zona tensionada, quienes no han encontrado impedimentos económicos para instalarse en pleno centro de A Coruña ha sido una familia de palomas comunes.
Hace unos días que la tan sociable pareja de aves colocó sobre uno de los arcos que forman parte de la estructura de los soportales del Palacio Municipal, un nido donde se resguardan de los contratiempos climáticos tanto la columbina pareja como su entrañable prole.
De esta manera las palomas, como abanderadas de la paz, al acampar en pleno epicentro de la agitada vida política de la ciudad, involuntariamente parecen redoblar su simbolismo.
Las nuevas vecinas del Ayuntamiento reciben el cariño de viandantes, funcionarios y corporación municipal, y su presencia adquiere cierta cotidaniedad con el paso de los días.
Un alquiler barato, y por lo que se ve en la imagen, con internet incluída.