Las cinco estrellas del hotel NH Collection Finisterre brillaron como nunca con la estampa que esta mañana sorprendió a los viandantes de la zona de O Parrote: un total de ocho Ferraris aparcados a las puertas del complejo, como si del póster de una megaproducción de Hollywood se tratase.
A pesar de que las especulaciones de todo tipo corrieron como la pólvora entre los curiosos y a través de las redes sociales, pocos dieron en el clave con el porqué. En realidad se trata de una pandilla de amigos recorriendo la cornisa atlántica. Una especie de Ruta 66 de lujo en la que el cavallino rampante sustituyó a las Harley americanas.
Llegados del Ferrari Owners Club Singapore, básicamente un club de amigos de la marca en la tradición castellana, no llegaron a la ciudad con sus propios modelos, sino con una alternativa de alquiler que la propia casa de Maranello puso a su disposición. Se trata de uno de los muchos privilegios exclusivos que ofrece ser un ferrarista profesional.