Durante una visita al museo del Prado, Óscar Martínez volvió a contemplar el ‘San Miguel Arcángel’ del Maestro de Zafra y, al ver el reflejo del pintor en el escudo del arcángel, en su mente afloró una idea: abordar obras de arte con reflejos, espejos, cuadros dentro de cuadros o presencia de téxtiles o fotografías en ella. Nacía ‘El eco pintado’ (Siruela), libro en el que aborda, de una manera más distendida o personal, obras de arte de diversas épocas y que hoy presenta en la Fundación Luis Seoane, a las 20.00 horas, acompañado de Javier Pintor y El Barroquista.
El propio Martínez, asegura que “las obras se eligieron solas”. El libro nace “de ese eco” del ‘San Miguel Arcángel’, pero “hubo un momento en el que pensé que sólo con imágenes de espejos en el arte, quizá quedaba un poco monótono”, por lo que decidió “abrir el foco”, incluyendo “cuadros dentro de cuadros, metapintura”, así como “textiles figurativos e imágenes sobre papel”.
Así, ha tratado creaciones que han sido objeto de admiración y estudio durante siglos, en muchas casos, y que aún a día de hoy siguen generando preguntas o curiosidad. El ‘Cuadrado negro sobre fondo blanco’ de Malevich, ‘Las hilanderas’ de Velázquez, ‘El escaparate del vendedor de estampas’ de Walter Goodman, o el ‘Autorretrato en espejo convexo’ de Parmigianino, son algunas de las creaciones que Martínez ha tratado.
“Yo hago una visión personal, mi acercamiento no es el de un historiador del arte al uso”, asegura, “lo que hago, en algunas, es una revisión más académica, como con ‘Las hilanderas’, pero en otros como el de Malevich, hago una interpretación absolutamente personal, local, asociándolo incluso con la astrofísica y un agujero negro”, añade el autor. Señala que lo que le interesa es “hacer guiños al presente” y hablar de temas distintos, “como el japonismo o el mediavalismo”, porque, al final, “los cuadros son excusas para contar historias, anécdotas, reflexiones o viajes”. En definitiva, “no es un libro de historia del arte o de la pintura al uso, más bien es un libro en el que utilizo las imágenes para reflexionar sobre otras cosas, que pueden serle de interés al lector”.
Entre esas historias y anécdotas más personales deja caer alguna que otra reflexión, como lo poco que se abordan ciertos periodos históricos, como el imperio bizantino, o el arte en sí mismo, en los institutos. Él mismo asegura que en su tiempo en BUP y COU “no vi nada de Historia del Arte, llegué a la carrera de Bellas Artes sin haber visto Historia del Arte desde lo que pudiese ver en EGB”.
“Soy conocedor de la realidad y de como todas las humanidades en general están algo arrinconadas”, apunta y añade que “creo que tiene que ver con esta sociedad capitalista, mecanicista y obsesionada con la productividad, en la cual estas disciplinas, aparentemente, no tienen una aplicación práctica directa, aunque realmente son imprescindibles”. “Y si entramos en periodos concretos, como el que comentamos del imperio bizantino, el desconocimiento, el agujero negro, por seguir con las analogías del libro, es tremendo”, concreta.