La Policía intervino en casi 20 puntos de venta de droga en los últimos dos años

Las autoridades temen que las protestas vecinales interfieran con las investigaciones que permiten arrestos
La Policía intervino en casi 20 puntos de venta de droga en los últimos dos años
Agentes del Grupo de Tráfico Medio de la Udyco salen de un supuesto narcopiso en Monte Alto en noviembre pasado | Pedro Puig

Los últimos incidentes protagonizados por vecinos de calles aledañas a supuestos narcopisos, donde se han formado tumultos para expulsar a los presuntos traficantes alarman a las autoridades. No solo porque pueden degenerar en incidentes violentos en los que alguien salga herido, sino también porque arriesga la labor policial, lenta y frustrante, pero que da frutos: en los últimos dos años, la Policía Nacional ha irrumpido en casi 20 puntos de narcotráfico por toda la ciudad. 


No todos estos puntos han echado el cierre, eso es cierto, pero fuentes policiales consultadas señalan que los vecinos de O Ventorrillo  tampoco han logrado un gran avance con su intervención en un ‘narcobajo’ esta semana, puesto que los sujetos sospechosos de trapichear se han limitado a okupar otro bajo situado a menos de 150 metros. Recuerdan que el 31 de enero, en una operación antidroga en Labañou, realizaron cinco registros y otras tantas detenciones y se incautaron de una pequeña cantidad de cocaína, ya lista para su venta. El seis de febrero se produjo el incidente del narcopiso de la calle Washington, en la que una concentración de vecinos expulsó a los okupas y presuntos camellos. 
 

El problema es que, en aquella ocasión, tampoco se fueron muy lejos: la Policía Local evitó que accediesen a otra casa, situada en la calle de Santo Tomás, después de que los vecinos les alertasen del intento. Solo que en O Ventorrillo, no lograsen impedir que se instalasen en otro bajo. “El problema no se acaba, solo se traslada”; resumen las autoridades. 
 

Meses de trabajo 

Para el Grupo de Tráfico Medio de la Udyco (la Unidad de Droga y Crimen Organizado), irrumpir en un punto de venta de droga representa muchos días de trabajo, entre uno y tres meses. “Hay que montar una vigilancia e interceptar a la gente que sale del piso para requisarles la droga”, explican las fuentes policiales. Todo es necesario para conseguir de un juez una orden de entrada y registro.  
 

A veces eso basta para cerrar un punto de droga, otras no. “Si está vendiendo en su piso, no se le puede impedir la entrada en su domicilio. Nosotros no somos matones”; explican los policías consultados. Pero si tiene antecedentes (como suele ser el caso) puede bastar para enviarle a la cárcel durante una temporada, lo que supone un alivio para los vecinos. Hay que señalar que lo que les preocupa es la delincuencia habitual que atraen estos puntos negros, los toxicómanos que consiguen su dosis a base de cometer pequeños delitos. 
 

También estos son reincidentes, por supuesto. Recientemente, la Policía Nacional detuvo a un viejo conocido por hurto. No habría acabado en la cárcel, pero resulta que tenía tres reclamaciones del mismo juzgado, así que fue a parar detrás de las rejas.  “Las leyes son así: delitos como el hurto o la okupación tienen un escaso reproche penal”, sentencia un policía. 
 

Los vecinos suelen recriminar que “todo el mundo” sabe quién y dónde trafica, pero los agentes tuercen el gesto. “Si tanto saben, que lo comuniquen. No saben nada, solo dicen saber”, replican: Porque en muchas ocasiones, se habla de oídas, sin aportar ningún dato realmente útil para la investigación. Las pruebas son otro asunto bien distinto, y eso es lo que se necesita para convencer a los jueces.  Se requiere trabajo, y paciencia.

La Policía intervino en casi 20 puntos de venta de droga en los últimos dos años

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