La ciudad se despertó de nuevo ayer con la noticia de otro ataque vandálico de la campaña contra el servicio de recogida de basuras que comenzó el martes pasado. En esta ocasión, parecía que se había adelantado el miércoles de ceniza: los contenedores habían sido calcinados en siete puntos y toda la ciudad olía a basura acumulada y a chamusquina. Desde la concesionaria PreZero contabilizan en medio millón de euros los daños.
A esto hay que añadir el coste del dispositivo seguridad que ha montado la Policía Local, ocho coches patrulla que siguen cada noche a los camiones para asegurarse de que no sean víctimas de ataques vandálicos, como pinchazos en las ruedas o quemas, que se atribuyen a trabajadores.
Por su parte, la empresa ha confirmado que ha iniciado expedientes sancionadores para hacer frente a la conducta de “brazos caídos de una parte de la plantilla” que explicaría por qué la basura se acumula en enormes montones en torno a los contenedores. Según PreZero, el rendimiento obtenido por parte del personal del turno nocturno sujeto a expediente sancionador apenas llega al 50% respecto al habitual, comprobado por los tickets de pesada de los residuos recogidos.
Además, PreZero ya anunció que denunciará ante la Policía Nacional a los representantes del sindicato STL, mayoritario en su empresa, como sospechosos de los sabotajes.
PreZero insiste en que no existe ninguna negociación económica con los representantes sindicales y ha ratificado su compromiso con los términos del convenio suscrito ante el servicio de mediación de la Xunta, AGA, en mayo de 2021, válidos hasta 2024, con una subida salarial del 9,5%. Por su parte, STL, que siempre ha condenado los sabotajes, denuncia la falta de protección eficaz frente a los riesgos laborales, incumplimientos del Plan de Igualdad, persecución sindical, falta de información, participación y consulta a los representantes del personal. O sea, STL.