Acostumbrados a llamar a las puertas del Ayuntamiento con la misma frecuencia con la que abre un bar, los vecinos del Orzán se mostraron relativamente satisfechos en las últimas semanas cuando, al abrir la ventana o pasear por el barrio, se encontraron con una demanda casi tan vieja como su derecho al descanso: la instalación de varios badenes en la calle del Socorro, otrora epicentro de la movida coruñesa y ahora una de las múltiples opciones de los jóvenes. La novedad ha sido bienvenida, aunque con peros por el tiempo de espera, y ha llevado a una propuesta más ambiciosa: llevar el mismo concepto al Paseo Marítimo hasta controlar una circulación que creen exageradamente descontrolada. 

Los residentes en el Orzán apuestan por un proyecto más restrictivo y también punitivo, con la instalación de badenes a lo largo de toda la avenida que bordea los arenales, así como radares entre la fuente de los Surfistas y el colegio Eusebio da Guarda. “Nadie hace ni puñetero caso a las señalizaciones y creemos que es la única forma de que se respeten”, dicen fuentes vecinales, que además han detectado el incremento de vehículos presumiendo de caballaje. 

Voluntad 

Respecto a la última mejora en el barrio, los vecinos del Orzán opinan que, aunque llega tarde, sigue siendo igual de vigente y necesaria que siempre. “Es una tímida y lejana voluntad de hacer algo”, valoran. Sin embargo, y aunque pueda parecer algo enraizado únicamente en el ocio nocturno, lo cierto es que las quejas no entienden de horas y son constantes por las velocidades alcanzadas en la zona. “Es de locos, la gente anda a una velocidades de locos, tanto de tarde como de noche. Las quejas han sido por los típicos macarras que pasan a toda velocidad. También hay quejas por las furgonetas de reparto que se exceden”, subrayan. 

La calle del Socorro, donde se ubican los nuevos badenes, fue un lugar complicado para la circulación durante la época de mayor apogeo en el Orzán, cuando el giro hacia la calle del Sol se hacía esquivando viandantes y fumadores. Ahora, según testimonios de los residentes, las situaciones más complicadas se producen a plena luz del día y por culpa de las temeridades de cierto tipo de conductores.