“¿Dónde hay verbena hoy?”. Lo que sacado de contexto podría atribuirse antiguamente a un adulto de mediana edad es ahora una de las frases más recurrentes entre pandillas que veces no superan la adolescencia. Los planes de muchos de ellos durante las vacaciones estivales tienen un campo da feira y una orquesta como requisitos. Se trata de la renovada moda de las fiestas patronales y las verbenas para un público millennial que ha multiplicado exponencialmente el índice de asistencia al espectáculo veraniego por excelencia en Galicia. 

Hace tiempo que lo que antes se entendía como orquesta, básicamente enfocada al baile y con ritmos muy tradicionales, ha dado paso a un espectáculo que haría palidecer a buena parte de las actuaciones pop de algunos festivales. Con la Panorama y la París de Noia como adalides, la experiencia incluye un repertorio de fuegos artificiales, confeti, proyecciones de vídeo y piruetas de todo tipo que trasciende lo estrictamente musical. Y es ahí donde parece haberse dado ese idilio entre las nuevas generaciones y las orquestas.
Natural de la abegondesa parroquia de Sarandós y ahora residente en Monte Alto, Lucía ve cómo a sus 41 años el público que le rodea en los ‘campos da festa’ marca una distancia generacional. Ella misma fue una de las pioneras del carretera y manta en la explosión de las grandes orquestas. “Cogimos ese boom de la Panorama y la París de Noia y el de orquestas como la canaria Armonía Show, pero se ha dado un cambio muy grande y ahora todas tienen mucha más fama”, reconoce. “Tengo una vecina de Monte Alto de 18 años y sus amigas son todas fans de las verbenas”, añade.

Es precisamente el cambio de rumbo en el concepto lo que considera determinante para el éxito entre los coruñeses más jóvenes. “Van a las verbenas potentes, pero no por una orquesta en concreto, sino por el ‘fiestón’ que se monta; por ejemplo, la primera gran verbena del año es la de Mosteirón y la gente joven de la ciudad va como loca”, subraya.

Desde arriba

 
Tampoco pasa inadvertida ese tendencia desde arriba del palco, donde los músicos cada noche tocan para millares de asistentes diferentes, pero también en muchos casos para rostros que se repiten. Vicente Aribú, bajista de la orquesta Olympus, ha sido uno de los protagonistas de ese cambio. “El corte de antes era muy diferente y las orquestas tocaban mucho para gente mayor, pero ahora es otro tipo de público: los chavales, desde hace unos años, hacen cada vez más kilómetros para vernos”, dice. “Hablamos de gente de 20 o 18 años, pero también muchos menores”, prosigue Aribú, que tampoco elude el lado negativo de la corriente. “En general las verbenas están muy bien planteadas, pero la juventud se divierte cada vez peor: veo jóvenes en estados lamentables y que beben hasta no poder más”, lamenta. 

El músico cree que la nueva generación de orquestas se ha reinventado a la perfección y ha conseguido ese efecto llamada. “Cada día se incluye más tecnología, con acróbatas y fuego, y se necesitan también sitios cada vez más grandes para desplegar el show”, explica.

Los Satélites 

Ni siquiera el paradigma de orquesta tradicional se le resiste a los millennials, como puede comprobar en cada pase masivo Alejandra Pais, cantante de Los Satélites. “Cada vez viene gente más joven, y eso que nosotros solemos atraer un público más veterano”, afirma. “Hay fiestas en las que no esperas tantos chavales de A Coruña y aparecen para disfrutar de un pasodoble”, añade. 

Esa misma rutina la ha podido ver in situ en la propia ciudad, en unas fiestas de barrio que ya el año pasado superaron todas las previsiones y en las que Los Satélites vuelven a ser la actuación más demandada. “Es impresionante”, finaliza Pais.