Reportaje | Abogados de oficio: una profesión tan imprescindible como “poco rentable”

Reportaje | Abogados de oficio: una profesión tan imprescindible como “poco rentable”
Beatriz Núñez y Alberto Sáenz-Chas Díaz, abogados del Colegio de A Coruña | Quintana

Las referencias en series, libros o películas son incontables, pero eso no significa que los detalles y entresijos de la profesión de abogado de oficio sean demasiado conocidos por el gran público, así como las condiciones laborales que se ven obligados a asumir los juristas que día a día ejercen esta profesión. “Ejercer la abogacía de oficio es algo que compaginamos con la actividad privada. Sería imposible vivir solo de eso. El turno de oficio se presta a costa de la abogacía. Las subvenciones que contemplan los baremos actuales son totalmente insuficientes para que sea rentable”, explica la abogada Beatriz Núñez.


“Es un servicio público. La abogacía tiene que prestarlo de forma obligatoria, pero si existen suficientes abogados dados de alta en el turno de oficio en un determinado Colegio, éste puede dispensar a los que no quieran formar parte del servicio. Pero si no existen suficientes voluntarios, los abogados tienen que hacerlo”, detalla Núñez, que confirma que en el Colegio de Abogados de A Coruña hay más de 700 apuntados, por lo que nadie debe hacerlo de forma obligada. “Aunque cada vez somos menos. La cifra ha bajado, y no me extraña dadas las condiciones”, recalca. “Desde el Colegio, reivindicamos desde hace tiempo que se actualicen los baremos que fija la administración, porque son unas cuantías muy escasas. Por ejemplo, por un procedimiento penal, que puede durar años, cobramos poco más de 300 euros”, añade.


Pero, condiciones laborales al margen, ser abogado de oficio implica, sobre todo, realizar una labor de ayuda a personas que “en un momento muy delicado, no tienen a nadie más que les ayude”. Así lo señala Alberto Sáenz-Chas Díaz, que lleva décadas ejerciendo la profesión. “La persona a la que atiendes se agarra a ti como a un clavo ardiendo. Muchos detenidos están muy perdidos y superados. A veces te toca tratar con una persona que ha cometido un delito horrible, pero cuando tu vas a defenderla, no te encuentras a esa persona envalentonada como en el momento de la autoría, sino que la ves hundida. Y el abogado de oficio es la única vía que tiene para desahogarse y tratar de purgar su culpabilidad. Es muy emotivo, no es una cuestión jurídica”, explica.


“Hay un momento en el que los policías te dejan a solas un rato con el detenido, y es una relación que va más allá de lo procesal. Esa persona a lo mejor llevaba dos días detenido y es su primera oportunidad de desahogarse, y nosotros somos para ellos un hombro en el que llorar y en el que se puede sujetar emocionalmente”, añade. “Cuando un maltratador se te pone a llorar, tu también tienes que controlar tus emociones. A lo mejor personalmente te apetece hacerle algún reproche, pero tienes que dejar eso al margen y ayudarle, jurídicamente y humanamente”, relata.


Además de la defensa de presuntos delincuentes, cabe mencionar que los abogados de oficio también se encargan, entre otros asuntos, de la defensa de mujeres víctimas de violencia de género. Y todo, como afirman los dos profesionales consultados, por una cantidad casi simbólica.

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