El ejercicio de cierta rebeldía y desafío a las tradiciones más enraizadas en la cultura popular que suponía hace años levantarse de la mesa familiar, abrir la puerta y celebrar el paso de la Nochebuena a la Navidad en un local de ocio nocturno, con amigos y familiares, parece pertenecer ya definitivamene al pasado. Así lo demuestra el creciente volumen de negocio del sector la noche del 24 de diciembre, pero también el hecho de que encontrar un pub abierto no resulta una odisea que roce el estigma social. De hecho, la de hoy se presenta como una de las grandes fiestas del año para un sector que apenas levantaba una verja a comienzos del presente siglo.
Entre los que han sido testigos en primera fila del cambio de hábitos de los gallegos en general y los coruñeses en particular está Luis Diz, presidente de Galicia de Noite y gerente de los locales de la zona del puerto. Hoy está prevista una macrofiesta en Pelícano impensable no hace tanto. “Una de las claves es que la gente sale menos en Fin de Año, debido al gasto en ropa, peluquería... optan por pasárselo bien en Nochebuena”, dice. “Se ha perdido ese hábito más familiar; empezaron saliendo los jóvenes y se unieron los no tan jóvenes”, añade el empresario de la noche.
Para uno de los decanos de la noche de la ciudad, Emilio Ron, la cambio ha sido especialmente rápido. “El primer Viernes Santo que abrimos Pirámide en 1987 fue la Policía, porque antiguamente estaba prohibido”, recuerda. “Esta vez es un sábado y va a salir muchísima gente, va a ser una locura”, añade el gerente del Cine París.
En sus más de 20 años al frente del mítico pub irlandés Penique Charly Estévez ha acudido tan puntual a la cita de Nochebuena como Santa Claus. La fotografía, no obstante, ha variado notablemente. “Antes había un tabú, porque era una fecha reservada para lo familiar. Éramos cuatro amiguetes que nos juntábamos”, subraya.
La prórroga de dos horas concedida por el Ayuntamiento a todo el sector hostelero hasta el próximo 8 de enero es el regalo que faltaba.